"Hemos dejado claro cada fin de semana que queremos un rey que reine y no gobierne y un cambio político para que desemboque en otros cambios sociales", apunta Ousama Jlil, la cabeza visible del movimiento 20 de febrero en Facebook y víctima de los últimos órdagos lanzados por el régimen. "Mira aquí", señala a su espalda, magullada por los ataques que recibió en la protesta de hace una semana y que le dejaron en coma dos días. "Esta es la verdadera cara del sistema", añade descontento con las modificaciones de la Constitución, que no responden a los anhelos de cambio de los jóvenes que han ocupado la calle desde hace tres meses a favor de una real democracia en Marruecos.

Ousama se presenta como un joven de ideas marxistas que no son las que monopolizan las protestas. "Desde islamistas, nacionalistas, hasta gente de izquierdas han protagonizado estas manifestaciones en búsqueda de una verdadera democracia", prosigue el joven. Desde que ahondó sus miedos y se convirtió en el instigador virtual dentro de las redes sociales del movimiento vive solo y exclusivamente por la causa de la libertad. Su padre, un policía, ha sido retirado de su puesto de trabajo y defenestrado en casa.

Los jóvenes marroquís han demostrado que son conscientes, cada vez más, de la insostenibilidad de un sistema despótico y corrupto que les impide soñar y aspirar a una mejor vida. "Y lo más importante es que se ha puesto de manifiesto que los jóvenes están vivos como lo estuvimos nosotros. Politizados. Y piensan en la esperanza del Marruecos de mañana", comenta Fouad Abdelmounaim, expreso político, intelectual y defensor de los derechos humanos, que acompaña las protestas sociales y políticas desde el pasado 20 de febrero, la fecha que transformó el aletargamiento de las nuevas generaciones.

Urgencia histórica

"La policía está arremetiendo contra estos jóvenes, pero con esa reacción, el Estado muestra simplemente que se siente frágil frente a una masa joven convencida de la urgencia del cambio político. Nosotros permaneceremos a su lado por el bien de este país", declara Mustapha Chafiai, miembro del Partido Socialista Unificado (PSU), uno de los pocos partidos políticos que se han adherido a las movilizaciones.

Abdelmounaim, a sus 52 años, ve en la juventud marro-

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