El expresidente de Túnez, Zine el Abidine Ben Alí, y su esposa, Leila Trabelsi, fueron condenados ayer en ausencia a 35 años de prisión cada uno en uno de los procesos por los que se les juzga: el de desvío de fondos. El juez Tuhami Hafi también impuso multas de 25 millones de euros para el exjefe del Estado y 20,5 millones de euros para su mujer por este delito.

Ninguno de los dos acusados se sentó en el banquillo de la Sala de lo Criminal del Tribunal de Primera Instancia de Túnez, ya que huyeron a Arabia Saudí el 14 de enero, tras varios días de protestas generalizadas. De hecho, en un comunicado, el exjefe del Estado rechazó las acusaciones y aseguró en su descargo que nunca había dejado su puesto ni se dio a la fuga, sino que fue engañado por el jefe de la seguridad presidencial, que le dijo que había un complot para asesinarlo. Su intención era regresar de inmediato a Túnez, aunque no pudo hacerlo.

HALLAZGO DE JOYAS El acta de acusación se basaba en el hallazgo en un palacio presidencial de Sidi Bou Said, en la periferia del norte de la capital, de grandes cantidades de plata y joyas. El segundo caso por el que se juzga solo al exmandatario tunecino es el de tráfico de drogas y de armas. Este proceso judicial ha sido pospuesto al 30 de junio.

La audiencia se desarrolló con una gran afluencia de medios de comunicación y en un ambiente de gran tensión, tanto dentro como fuera de la sala.

El destituido presidente tunecino tendrá que responder a un total de 93 acusaciones, 35 de las cuales serán juzgadas por una jurisdicción militar.