El presidente de EEUU, Barack Obama, quiso marcar el miércoles por la noche un punto de inflexión en el conflicto de Afganistán, la guerra más larga y costosa a la que se ha enfrentado su país. El mandatario anunció la retirada de 33.000 soldados en los próximos 12 meses, 10.000 de los cuales regresarán a casa antes de que acabe el año. El ejemplo de EEUU será seguido por Francia, país con 4.000 militares en el estado centroasiático, según informó el Elíseo.

En Afganistán, el anuncio fue recibido con optimismo por las autoridades del país, quienes aseguraron estar a la altura del desafío que les planteará la progresiva salida de las tropas extranjeras y ser capaces de garantizar por sí mismas "la defensa del país". "Creemos que es una buena medida, tanto para ellos Estados Unidos y Occidente como para Afganistán, y la apoyamos", declaró el presidente, Hamid Karzai. De hecho, en los últimos meses se ha acelerado el proceso de formación de las fuerzas de seguridad locales, hasta el punto de que en octubre el Ejército y la policía afganos contarán ya con 305.000 hombres.

POSICIÓN DE FUERZA Uno de los argumentos esgrimidos por Obama en su discurso fue que empieza el repliegue "desde una posición de fuerza". El dirigente citó documentación incautada en la operación de Abbotabad, en la que se acabó con Osama bin Laden, para asegurar que Al Qaeda está preocupada por sus propias debilidades y fracasos. Habló también de la cooperación con Pakistán que, dijo, ha llevado a eliminar de la faz de la tierra a la mitad del liderazgo de Al Qaeda. Y en esos razonamientos está una de las claves de la apuesta de Obama: la amenaza terrorista que representa Afganistán para EEUU --argumento para iniciar la guerra tras el 11-S del 2001-- ya no es tan grave.

Pero ese mismo argumento es el que esgrimen quienes apuestan por una retirada más rápida. Estos se preguntan por qué, si Afganistán ya no es una amenaza, hace falta tener allí a tantos militares. Cuando se complete el repliegue anunciado por Obama seguirán en el país cerca de 70.000 soldados estadounidenses, más de los que había cuando Obama llegó a la Casa Blanca.

Pocas horas después del anuncio de Obama, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, se sumó al proceso e indicó que el