Es uno de los lugares más emblemáticos de la capital afgana, punto de reunión de periodistas extranjeros y lugar donde se alojan, en periodo electoral, los observadores internacionales. Desde su privilegiada posición, es posible disfrutar de una excelente panorámica de Kabul, aunque también de la polución que envuelve a la ciudad y del infernal tráfico que circula por sus polvorientas calles. Mientras era registrado a conciencia por la policía afgana, el Hotel Intercontinental intentaba recuperarse, en la mañana de ayer, del sobresalto causado por la incursión, en la noche anterior, de un comando talibán compuesto por siete hombres armados con granadas, rifles y explosivos. Durante el ataque --toda una prueba de fuerza de la insurgencia pocos días después de que el presidente de EEUU, Barack Obama, anunciara el inicio de la retirada de sus 100.000 soldados desplegados en el país centroasiático-- murieron al menos 21 personas y otras 12 resultaron heridas.

El asalto se inició alrededor de las 22.00 horas del martes y se prolongó durante más de ocho horas. Según relató uno de los recepcionistas, los atacantes se abrieron paso hasta el salón principal y comenzaron a disparar contra todo aquel que se les cruzara por su camino. En el momento de irrumpir en el edificio, algunos hicieron sonar canciones de guerra talibanas.

LANZARSE AL VACÍO La misma fuente explicó a Reuters que muchos huéspedes del hotel se lanzaron al vacío desde el segundo y tercer piso para poder escapar así de los atacantes. Aunque el peso de la operación contraterrorista recayó sobre las fuerzas de seguridad afganas, fue un helicóptero de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) quien acabó con los últimos talibanes que todavía permanecían con vida.

El asalto coincidió con la inminente celebración, en el mismo Intercontinental, de una conferencia en la que estaba previsto abordar las modalidades de la transición de las responsabilidades de seguridad a las fuerzas locales. Durante el asalto pudieron oírse siete explosiones y un sinfín de intercambios de disparos, aseguraron los testigos oculares. Tres de los atacantes fueron abatidos durante la operación, mientras que los restantes hicieron estallar las cargas adosadas al cuerpo.

Entre las víctimas mortales del asalto se encontraba un ciudadano español, el mallorquín Antonio Planas, de profesión piloto, que trabajaba para la compañía chárter turca Saga. Esta empresa cubría, con aviones fletados a la compañía aérea de bandera Ariana, el único vuelo existente entre Europa y Afganistán: la ruta Frankfurt-Estambul-Kabul. El difunto estaba a punto de dejar este vuelo de alto riesgo para comenzar a trabajar para una compañía aérea basada en Dubái, según explicaron sus familiares ayer en Mallorca. Es el tercer español en morir en cuatro días en Afganistán, después de que durante el fin de semana perdieran la vida un sargento y una soldado en Bagdis.

La insurgencia talibana apenas tardó unas horas en atribuirse lo sucedido. En una llamada telefónica, el portavoz talibán, Zabiulá Muyahid, declaró que varios insurgentes habían atacado el hotel.

"El ataque insurgente no debe detener el proceso de traspaso de la seguridad", declaró el presidente de Afganistán, Hamid Karzai. La retirada dará comienzo el próximo mes de julio.