Cuando faltan tres meses para la primera vuelta de las presidenciales francesas, el 22 de abril, el candidato socialista, François Hollande,entró ayer formalmente en liza para desalojar a Nicolas Sarkozy del Elíseo. En su primer gran mitin, celebrado en Le Bourget (periferia de París) ante unos 10.000 militantes, un agresivo Hollande sorprendió con un ataque visceral contra "el mundo de las finanzas". El aspirante a la jefatura del Estado francés prometió "poner el dinero en su sitio, el de servidor, y no el del dueño".

Hollande, que se presentó como el único capaz de "encarnar el cambio", dejó a un lado su perfil moderado y socialdemócrata para escorar su discurso a la izquierda. "Mi adversario de verdad no tiene nombre, ni rostro, ni partido, ni será candidato. Pero es quien gobierna. Es el mundo de las finanzas, que ha tomado el control de la economía, de la sociedad y de nuestras vidas", clamó ante un público entregado y arropado por la plana mayor del partido.

EN LA GUAYANA Aunque sin nombrar a su rival, no dudó en contraponer su personalidad --"amo a la gente", dijo-- a la de un Sarkozy "fascinado por el dinero". Mientras Hollande defendía su idea del "sueño francés" en una larga alocución de hora y media, el presidente mimaba a los electores de ultramar en la Guayana francesa, donde se encuentra de viaje oficial. La estrategia del presidente, que no piensa proclamarse candidato hasta finales de febrero, consiste en aprovechar al máximo la plataforma del Elíseo y mantenerse por encima de la querella electoral.

Hasta ahora poco combativo, Hollande salió ayer a escena dispuesto a demostrar que tiene estatura presidencial y desmentir su reputación de político blando, poco dinámico y sin carácter para tomar las riendas del país. "Estoy preparado", clamó el dirigente, que encabeza las encuestas (entre el 28% y el 30% de intención de voto) por delante de Sarkozy (entre 23 y 24%).

Al acto, presentado por una de las personalidades favoritas de los franceses, el extenista y cantante Yannick Noah, asistieron otros artistas, como el cantante Benjamín Biolay, y figuras simbólicas de la izquierda, como la hija de François Mitterrand, Mazarine Pingeot. Una presencia muy emblemática para Hollande, que desea ofrecer la imagen de sucesor del que hasta ahora ha sido el único presidente socialista de la quinta República.

EL TRAUMA DEL 2002 Hollande quiso exorcizar el trauma del 2002, cuando la extrema derecha pasó a la segunda vuelta en detrimento de los socialistas. "No dejaré que los obreros vayan a una familia política que no ha hecho nunca nada por ellos", proclamó en alusión al Frente Nacional, liderado por Marine Le Pen. Según los sondeos, su discurso antieuropeo y de rechazo a los extranjeros gana adeptos --principalmente entre las clases populares francesas-- con un 20% de intención de voto.

En un escenario presidido por una gran bandera francesa, Hollande defendió sus medidas, tachadas de "no realistas" por la derecha, como la creación de 60.000 puestos de trabajo en la educación, el retorno a la edad legal de la jubilación a los 60 años --Sarkozy la ha prolongado a los 62-- para una parte de los trabajadores, y la multiplicación por cinco de las sanciones a las poblaciones que no respeten la ley que obliga a destinar el 20% del parque inmobiliario a viviendas sociales.