La cumbre europea concluyó en la madrugada de ayer sin despejar las incertidumbres que pesan sobre la crisis de la eurozona y sin aportar ningún avance concreto en el diseño de la nueva estrategia de crecimiento, pero abrió un nuevo espacio de debate político más franco en el seno de la UE. También dio el primer paso para comenzar a preparar una mayor integración económica y política de la zona euro, aunque el alcance de esa integración aún deberá precisarse. El presidente de la UE, Herman van Rompuy, explicó que presentará a finales de junio un informe sobre las posibles áreas donde realizar esa mayor integración.

El Consejo Europeo, en primer lugar, puso de manifiesto el inicio de una nueva etapa en el eje franco-alemán y en el funcionamiento de la propia UE, con el fin del rodillo Merkozy, formado por la cancillera alemana, Angela Merkel, y el anterior presidente francés, Nicolas Sarkozy, que ha dominado los debates europeos durante los últimos años.

El nuevo presidente de Francia, el socialista François Hollande, se esforzó en diferenciarse de su antecesor en el cargo y subrayar su autonomía y sus diferencias de opinión respecto a Merkel en las medidas necesarias para superar la crisis económica y la de la deuda de la eurozona.

Los eurobonos, la mutualización o emisión en común de la deuda pública de los países de la zona euro, fue la cuestión sobre la que galvanizaron al máximo las discrepancias entre ambos, a pesar de que los eurobonos no son viables como solución a corto plazo de la actual crisis y de que no pueden adoptarse hasta que todos los países de la eurozona estén de acuerdo. Pero hubo otras diferencias importantes, ya que el presidente francés apuesta por impulsar la inversión para aumentar el crecimiento, mientras que la cancillera alemana considera que las reformas económicas y laborales son la mejor fórmula para fomentar el crecimiento. No obstante, el entorno de Merkel y el de Hollande intentaron después minimizar la importancia de las divergencias y resaltaron la solidez del eje franco-alemán.

SIN PLAN El largo debate de los líderes, sin embargo, no permitió ningún avance en medidas concretas para impulsar el crecimiento, ni siquiera hubo acuerdo para incrementar el capital del Banco Europeo de Inversiones (BEI) en 10.000 millones de euros para que pueda ampliar su capacidad de préstamos y facilitar la inversión. Tampoco se acercaron posturas sobre el presupuesto de la UE del 2013, ni sobre el marco presupuestario 2014-2020, ni sobre la creación de una tasa a las transacciones financieras para disponer de recursos para la inversión pública.

La única medida concreta, la emisión de bonos europeos para financiar grandes proyectos de infraestructuras transeuropeas, se había pactado ya la víspera con el Parlamento Europeo. Así que todo el diseño de la nueva estrategia de crecimiento quedó aplazado hasta la reunión del Consejo Europeo del 28 y el 29 de junio. "Hemos preparado el terreno para tomar decisiones comunes dentro de cinco semanas", señaló Van Rompuy para explicar la ausencia de avances.

El debate sobre la crisis griega no aportó ningún enfoque nuevo, a la espera del resultado de las elecciones del 17 de junio. No obstante, los líderes europeos advirtieron a Grecia de que su permanencia en la zona euro está supeditada a que el nuevo Gobierno "respete sus compromisos" de ajustes y reformas. La crisis de desconfianza hacia la deuda pública española tampoco encontró respuesta en la cumbre ante la reticencia del Banco Central Europeo (BCE) a intervenir.

Mientras, en Berlín, Merkel deberá seguir negociando con la oposición el apoyo parlamentario al pacto fiscal. En principio, la votación para ratificar el pacto fiscal en el Bundestag estaba prevista para hoy, día 25. La oposición socialdemócrata condiciona su respaldo a que se incluyan impulsos al crecimiento, informa José M. Frau.