Isabel II estrechará hoy en Belfast la mano de Martin McGuinness. El saludo entre la reina de Inglaterra y el antiguo dirigente del IRA será uno de los más poderosos gestos de reconciliación en la torturada historia de Irlanda del Norte. El dirigente del Sinn Fein y viceministro principal del gobierno autonómico noirlandés era un mando activo del Ejercito Republicano Irlandés, cuando sus miembros asesinaron en 1979 a Louis Mounbatten, primo de la soberana y alguien muy unido al príncipe Carlos, que le consideraba como su mentor.

"La propia reina perdió a alguien que era un miembro de su familia. Así que creo que es importante que todos reconozcamos que estamos ahora en un lugar diferente", declaró ayer a la BBC McGuinness, quien fue uno de los grandes negociadores de los históricos acuerdos de paz.

La de hoy será la segunda jornada de Isabel II en Irlanda del Norte, la etapa más transcendente y emblemática de la gira que está realizando por todo el país, con motivo del Jubileo y los sesenta años en el trono. La reina eligió ayer como punto de partida una localidad, Enniskillen, asociada con una de las mayores atrocidades terroristas ocurrida durante las tres décadas de lucha sectaria. En este pueblo de 15.000 habitantes, una bomba del IRA segó la vida de 12 personas y dejó heridos a centenares. Era un domingo, el 8 de noviembre de 1987, y los vecinos estaban celebrando el armisticio de la I Guerra Mundial.

La reina se reunió con los familiares de las víctimas, como prueba de que su dolor no ha sido olvidado. Pero también quedó claro que los tiempos han cambiado. La ceremonia de acción de gracias en la catedral anglicana en honor de la soberana estuvo oficiada por sacerdotes católicos y protestantes. Durante el acto se evocó el viaje de la monarca a la República de Irlanda el pasado año, otro hito en la reconciliación de los dos países y las dos comunidades.

En la calle, centenares de personas vitorearon a la reina en un ambiente festivo y relajado. Isabel II había viajado anteriormente en 19 ocasiones a Irlanda del Norte, pero es la primera vez que católicos y protestantes le dan la bienvenida. También es la primera vez que su viaje se había anunciado con gran antelación. Hasta ahora sus visitas se habían preparado con el máximo secreto y se habían anunciado en el último momento por temor a un atentado.