Las expectativas generadas por la cumbre europea fueron similares a las creadas en el fútbol por el denominado partido del siglo: excesivas. Los resultados, tal y como a veces sucede en el balompié, han sido interpretados por los analistas de forma muy diferente. Como siempre, para los políticos la reunión ha constituido un gran éxito.

La cumbre tenía tres principales retos: la consolidación definitiva del euro, la sustitución de una política de austeridad por otra de crecimiento y la salvación de España e Italia de un rescate total.

El primer objetivo implica necesariamente una mayor integración de los países y, por tanto, una pérdida de soberanía de los estados. Un tema que no entusiasma a los gobernantes europeos, ya que no conozco a ningún político que le guste perder poder. Por tanto, no hay prisa en crear una unión bancaria, generar una armonización presupuestaria y establecer políticas económicas nacionales más similares. El resultado: buenas intenciones, declaraciones ilusionantes y un calendario abierto.

El segundo suponía establecer el Plan Marshall II. Un ambicioso programa de gasto público que permitiera sacar definitivamente del estancamiento económico a la UE. Nada que ver lo acordado con lo necesitado por Europa. Dos son los principales motivos: los 120.000 millones de euros son una cantidad ridícula (aproximadamente el 1% del PIB de la UE) y constituyen capital parcialmente reciclado de los fondos de cohesión.

En relación al tercero, el mercado de renta fija pronto dictará sentencia. Si en las próximas semanas, el tipo de interés de los bonos del Estado de Italia y España supera de forma continuada el 6%, ambos países necesitarán capital para satisfacer sus obligaciones de pago y el euro correrá un gran riesgo de desaparición. Dos serán los peligros esenciales: el contagio de las subidas de la prima al riesgo a otras naciones y el gran peso de los dos países en el PIB de la UME (aproximadamente el 30%).

Indiscutiblemente, España e Italia salen mejor de la cumbre de lo que entraron. Dada su desesperada situación, no era nada difícil. No obstante, ni el BCE se ha comprometido a comprar su deuda ni se conocen las condiciones que deberán cumplir si recurren a los fondos de rescate europeos con la finalidad de estabilizar a un nivel aceptable el tipo de interés de su deuda pública. Para mejorar su situación fiscal y aumentar la confianza de los mercados, los dos necesitan aumentar significativamente su PIB. Un aspecto que difícilmente se dará si no existe un Plan Marshall II y se les obliga a aumentar los impuestos a familias y empresas y a reducir en una elevada medida el gasto público

No obstante, como en el fútbol, no pierdo la ilusión. Dada la actual situación, sé que pronto habrá otro partido del siglo. Espero que en este haya espectáculo de verdad y gane mi equipo. Igual que en la Eurocopa.