La compleja situación que atraviesa Mali no tiene visos de mejorar; más bien al contrario, en opinón de la oenegé Médicos Sin Fronteras (MSF), una de las pocas presentes de forma permanente en las zonas más problemáticas. Dos operaciones militares extranjeras -ONU y Francia- pretenden ayudar al Gobierno a tomar el control y estabilizar el norte del país, en manos de grupos armados independentistas y grupos yihadistas. Unos actores militares que se dedican, según denuncia MSF, a hacer uso de la ayuda humanitaria con el objetivo de ganarse la voluntad y la predisposición de la población.

La responsable de operaciones de MSF en Sahel, Mari Carmen Viñales, alerta de que esta perversión del papel de las fuerzas militares haciendo labores de ayuda humanitaria puede tener consecuencias nefastas para la cooperación en el país africano, en general, y para los trabajadores humanitarios, en particular.

«Puede alterar la percepción que los ciudadanos tienen de nosotros y desembocar en el rechazo de la ayuda humanitaria», asegura Viñales, que añade: «Los militares están usando vehículos civiles de forma esporádica en sus prácticas de entrega de ayuda humanitaria y eso puede suponer que nuestros vehículos, al ser confundidos, sean atacados». Para dejar clara la diferencia, MsF en los puntos más conflictivos de Mali ha pintado sus vehículos de rosa para que puedan ser fácilmente identificados.