El Festival de Viña del Mar anticipa las protestas
«Muchos anticipan un marzo violento. El Gobierno se ha preparado para resguardar el orden público», dice el presidente chileno, Sebastián Piñera. Pero en los hechos parece que marzo ya comenzó y en el lugar menos pensado, el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar. El evento se celebra desde los años 60 y ha tenido como espejo al Festival de San Remo. A pesar de su apuesta por músicas más ligeras, nunca estuvo por completo desligado de la política al punto de que el dictador Augusto Pinochet (1973-90) solía pavonearse por el anfiteatro de la Quinta Vergara ante el aplauso del público.
Por estos días, Viña del Mar, ubicada en la costa del Pacífico, a unos 120 kilómetros de la capital, Santiago, le lanza al Gobierno de derechas una inesperada advertencia: en breve se reactivará con intensidad la protesta social que comenzó en octubre pasado y ha dejado una treintena de muertos y miles de heridos.
En las inmediaciones del anfiteatro fueron incendiados al menos ocho automóviles y se registraron fuertes enfrentamientos entre policías y manifestantes que gritaban «sin justicia no hay festival». La música también protesta.
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