La violencia en el país sudamericano

Colombia derriba el último vestigio de Pablo Escobar

Su casa en Medellín se había convertido en un museo recomendado por las aplicaciones turísticas

Mural dedicado a Pablo Escobar.

Mural dedicado a Pablo Escobar.

Abel Gilbert

Colombia acumula contrasentidos. El presidente Gustavo Petro busca, entre tropezones, lograr una "paz total" con la guerrilla del ELN, las disidencias de las FARC, y las bandas de narcotraficantes a las que se les ofrece rebajas en las penas, entre otros beneficios, si abandonan sus actividades. El primer Gobierno de izquierdas lleva adelante su proyecto en un país donde todavía figuras delictivas pueden ser objeto de glamourización. Eso sucede con Pablo Escobar Gaviria. Su casa en Medellín se había convertido en un museo recomendado por las aplicaciones turísticas. Las autoridades ordenaron demolerla, pero, como si fuera un remedo de lo que sucedía en los años ochenta, cuando el narcotráfico se anticipaba a sus acciones al Estado, el hermano del narco abatido en 1993 les ganó de mano y destruyó el pasado lunes el inmueble.

La casa se encontraba en la localidad de Las Palmas, a unos 500 kilómetros de Bogotá y era motivo de peregrinación de numerosos extranjeros interesados en "el patrón del mal". De hecho, se conocía como el museo del exjefe del cartel de Medellín. La demolición no obedeció a lo improcedente de una iniciativaque exaltaba su figura, sino a la falta de una autorización oficial. Se trataba, como correspondía a la propia historia del capo, de un hecho ilegal, pero, en este caso, a la vista de todos. "Rechazamos el uso del territorio para aquellas actividades que promuevan el narcoturismo", dijo el coronel Omar Rodríguez Aranda, al anunciar que iba a derribarse la propiedad. Cuando 50 funcionarios de la Alcaldía y la Policía llegaron para convertirla en escombros se encontraron con que la tarea ya había sido realizada.

La casa pertenecía a Roberto Escobar, el hermano mayor del capo, conocido como el Osito, de 76 años. "Pablo consiguió unos testigos falsos que me involucraron en un negocio ficticio de droga, y eso fue suficiente para entregarme. La condición del Gobierno era que tenía que confesar un delito. La prueba de que no tuve nada que ver con narcotráfico es que jamás fui pedido en extradición por Estados Unidos", suele decir. Los conocedores de la historia del cartel no dudan en el papel que desempeñó en la estructura. Se lo consideraba el contador del cartel. Su declaración de inocencia no le ha impedido levantar el "museo" que gestionaba su hijo, Nicolás. El papel de la progenie era vital en este caso: a contaban las peripecias familiares a través de los ojos paternos. El Osito había perdido la vista en la prisión donde le estalló una carta bomba. Ese déficit no le impedía hablar y contribuir a la romantización de las actividades del hermano.

Parque temático

La conversión de Pablo Escobar en parque temático data de 2018. Se ofrecía por unos 30 euros no solo un recorrido por la casa sino el cementerio donde se encuentra enterrado. Pero es el inmueble demolido que se levantaba en el exclusivo sector de la capital antioqueña el que ponía en escena el culto al nefasto personaje. Las publicidades invitaban a adentrarse en su mundo "más íntimo". Los turistas se preparaban para una inmersión en la vida del capo sobre la base de "información veraz y de primera fuente". A través de imágenes podían seguir el proceso que llevó a un joven antioqueño a transformarse enel delincuente más buscado de Colombia cuatro décadas atrás.

En la casa podían a su vez verse fragmentos de un carro con impactos de bala, un escritorio dotado de un mecanismo interno que le permitía esconder armas, fotos emblemáticas de Pablo Escobar en su estancia en La Catedral, o con su gorro de piel soviético, la motocicleta acuática que fue usada en uno de los rodajes de la saga de James Bond y un billete enorme de 500 dólares que funcionaba como símbolo del deseo de acumulación exponencial de dinero.

El afán de verosimilitud incluía la presencia de un "doble" del extinto narco. El sosia acompañaba a los turistas, vestido con los atavíos que solían caracterizarlo, para darle a la excursión un mayor sentido de "realidad".

Pasado, presente y futuro

Las autoridades creen que con la reducción a cenizas del museo se ha dado un paso importante en la misma pulverización del mito de Escobar. En este contexto es que el Gobierno de Petro no solo tiene que gestionar el pasado sino el presente del narcotráfico en Colombia. Escobar ya es parte de una historia de desgarros. La actualidad se relaciona con el Clan del Golfo, la organización más poderosa del negocio de la droga, con una capacidad operativa capaz de desestabilizar al Estado en numerosos municipios.

Las llamadas Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), que en su origen fueron fuerzas paramilitares de ultraderecha, llegaron a contar con 9.000 hombres en armas, un estatuto y un himno. Son las principales exportadoras de cocaína a Estados Unidos. En la misma Antioquia que le "pertenecía" a Escobar es que el Clan del Golfo exhibe parte su poderío.

Petro ha suspendido las negociaciones con ese grupo al que se le había ofrecido rebajar las condenas si se entregaban voluntariamente. Las AGG han reclamado garantías de no extradición a Estados Unidos, como le sucedió su líder Dairo Antonio Úsuga, alias "Otoniel". Su capacidad de cooptar jóvenes es tan fuerte que el Gobierno ha decidido destinar una parte de su presupuesto a planes sociales que buscan disuadir a los jóvenes de introducirse en el mundo de la violencia que sigue exaltando a Escobar, a cambio de estudiar. “Les vamos a pagar por no matar. Les vamos a dar una ayuda que tiene un compromiso que tiene que cumplirse”, explicó el presidente.

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