Nuevo tablero mundial

África da la espalda a la Unión Europea y teje nuevas alianzas con Rusia y EEUU

En los últimos años, los gobiernos africanos han preferido abrir sus puertas a los mercenarios rusos de Wagner para hacer frente a la inseguridad que continuar contando con el apoyo de Francia

Varias personas dibujan un retrato del general Tiani en Niamey, Níger.

Varias personas dibujan un retrato del general Tiani en Niamey, Níger. / Reuters

Begoña González

Manifestantes ondeando banderas rusas en Niamey, la capital de Níger, mientras corean consignas anticolonialistas y lanzan piedras al edificio de la misión diplomática francesa en el país. Los gritos de "¡abajo Francia!" se mezclan con los vítores a Vladímir Putin entre los partidarios de la junta militar que arrebató el poder mediante un golpe de Estado a Mohammed Bazoum el pasado 26 de julio en este país del Sahel. La imagen es llamativa, pero no nueva. África lleva años alejándose de la Unión Europea, resentida por su pasado colonial, y abriendo sus horizontes a nuevas alianzas.

El levantamiento militar nigerino ha puesto de relieve una tendencia que lleva cerca de una década aconteciendo en África. En 2014, apenas un año después de su creación, el grupo Wagner aterrizó en Libia, en pleno conflicto armado, atraído por la permeabilidad de la región y las crecientes oportunidades de establecer una relación de influencia que podría exportarse a otros países de la zona. "Son mercenarios, un actor no estatal. Sus intervenciones siempre siguen la misma lógica: tejer lazos con líderes políticos que ostentan o pugnarán por el poder en zonas de inestabilidad sin estar oficialmente ligados al Kremlin para conseguir una posición de influencia", explica Eduardo Saldaña, codirector de El Orden Mundial. Así fue en un principio en el caso de Libia, República Centroafricana o el Congo. Años más tarde, se dio la oportunidad en el Sahel

La junta militar nigerina que ostenta ahora el poder tras deponer y retener a Bazoum ha sido rápidamente respaldada por los recientemente establecidos gobiernos militares de Burkina Faso y Mali, dos países vecinos de la región. En ambos casos, Rusia tiene un poder creciente en detrimento de la influencia francesa, que cada vez es peor vista y más fuertemente rechazada. Y es que después de sendos golpes de Estado en 2021 y 2022, las juntas de Bamako y Uagadugú han puesto su mira en la dirección rusa tras haber forzado la retirada de las tropas europeas de su territorio. En los últimos años, ambos gobiernos han preferido abrir sus puertas a los mercenarios rusos de Wagner para hacer frente a la inseguridad que continuar contando con el apoyo de Francia u otros ejércitos occidentales a los que todavía relacionan con la época colonial. A juicio de Ameer Chughtai, experto en seguridad y mantenimiento de la paz del European Council of Foreign Relations, la UE debe cambiar el chip para "alejarse de las operaciones de imposición de la paz" y apostar por "el diálogo local".

Redes de influencia rusas

"Wagner ha funcionado en Mali y Burkina Faso como una suerte de grupo de protección para los líderes de las milicias o mandatarios golpistas y es ahí donde consiguen su influencia. En cuanto se produjeron los golpes de Estado, Wagner penetró en el país", asegura Saldaña. Llegados a este punto uno puede cuestionarse si Wagner sigue siendo el brazo armado del Kremlin tras el reciente levantamiento de Yevgueni Prigozhin y las amenazas de Vladímir Putin a quienes respaldaron su levantamiento. "Es distinto el rol de Wagner en Ucrania que en el Sahel. En Ucrania está involucrado el Ejército ruso también y en África no. En África, Rusia necesita actores informales que le permitan extender sus redes de influencia sin tener una presencia explícita que le implique dar explicaciones", asegura Saldaña. 

Estas redes son cada vez más fuertes en África Occidental, donde la narrativa rusa ha tenido una buena acogida. Es una región porosa con una ausencia del Estado patente y la mayoría son estados fallidos en los que el vacío de poder abre grandes oportunidades a actores terceros, como Wagner, que ofrece sus servicios a gobiernos o líderes locales. "Para Rusia esta región, es una doble ganancia. Es sencillo entrar porque comparten el claro rechazo a occidente, y por otro lado, es una región importante para los países europeos", asegura Saldaña. "La aparición de banderas rusas es el resultado por un lado de una mala aproximación de los países europeos a sus excolonias, como por ejemplo Francia que mantuvo un sistema de dominación económica y cultural desde los años 60 hasta la actualidad y por otro lado de las campañas de desinformación y propaganda por parte de Rusia que está demostrado que se ha llevado a cabo a través de canales como Rusia Today o Sputnik", añade. El fuerte aumento de las críticas hacia Francia desde sus antiguas colonias africanas, arraigadas en el sentimiento de que las prácticas colonialistas y las actitudes paternalistas nunca terminaron realmente y que hoy en día siguen plasmándose en las políticas galas de la Françafrique, han avivado las manifestaciones y protestas en su contra.

Nuevas alianzas

En este escenario, Rusia no es el único actor que ha entrado con fuerza en el tablero geopolítico. Potencias como Estados Unidos, Turquía o Emiratos Árabes han visto reforzada su presencia en la región con el debilitamiento europeo. Turquía es uno de los mejores ejemplos de cómo penetrar en la zona mediante una alternancia de políticas que entrelazan elementos de poder blando y poder duro. Según recoge el Institute for Security Studies, Ankara ha ido haciéndose hueco en África con políticas de apoyo a la seguridad y la lucha contra el extremismo y colaborando con organizaciones como la Unión Africana, la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental y la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo.

En el caso de Estados Unidos, su presencia en África está mejor aceptada por los propios países que la europea porque son vistos como actores muy distintos dado su pasado. Estados Unidos no carga con el peso de haber sido una potencia colonial y eso favorece la relación con África. Además, tras años de abandono, la Administración de Joe Biden ha mostrado su voluntad de ampliar sus actuaciones en África en materia de seguridad y cooperación. Según recoge el 'think tank' Carnegie Endowment for International Peace, una de las principales motivaciones para los estadounidenses es la constatación de la importancia de África para sus prioridades globales, como el rápido crecimiento de la población del continente, uno de los mayores bloques comerciales del mundo, importantes dotaciones de recursos naturales, y un alto nivel de desarrollo económico.

La presencia creciente de Estados Unidos y Rusia parece darse, de momento, en una suerte de armonía. "No creo que vivamos una guerra proxy como la que se está viviendo en Ucrania", rechaza Saldaña ante la posibilidad de que se desarrolle un escenario de guerra fría en el Sahel. "Ambos poderes optarán por la estabilidad para afianzar sus intereses por otras vías", zanja.

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