Guerra en Oriente Próximo

La guerra en Gaza dispara la hostilidad a Estados Unidos en el sudeste asiático

El odio se concentra contra Israel pero, a falta de sus embajadas en Indonesia y Malasia, muchos manifestantes han pedido a gritos el fin del genocidio frente a las estadounidenses

Protesta en Kuala Lumpur contra la incursión de Israel en Gaza.

Protesta en Kuala Lumpur contra la incursión de Israel en Gaza. / FAZRY ISMAIL / EFE

Adrián Foncillas

La guerra en Gaza explica la temporada de sandías en el sudeste asiático con el invierno ya inminente. Sus emojis abundan en las redes sociales por su similitud cromática con la bandera palestina en una zona que concentra al 15% de los musulmanes del mundo. La solidaridad con las víctimas empata con la antipatía creciente hacia Estados Unidos por su complicidad con Israel y le plantea problemas en la pugna por la influencia con Pekín en una región sensible.

La movilización es masiva en Indonesia Malasia, con una mayoría de población musulmana, y va más allá de vincular la identidad digital a una rodaja de sandía. Los ingresos de varias compañías estadounidenses se han desplomado tras aparecer en listas en redes sociales que piden el boicot por su apoyo a Israel. McDonald’s y Burger King han sido señaladas tras ofrecer hamburguesas gratuitas a sus soldados en la campaña bélica. Starbucks sufre la ira por haber demandado a uno de sus sindicatos en Estados Unidos que había mostrado su apoyo a Palestina. También la singapuresa Grab, líder en la región, fue castigada porque la esposa de su fundador se declaró "completamente enamorada" de Israel y muchos usuarios se filman estos días desinstalando de sus teléfonos la aplicación de transporte de comida.

El odio se concentra contra Israel pero, a falta de sus embajadas en Indonesia y Malasia, muchos manifestantes han pedido a gritos el fin del genocidio frente a las estadounidenses. No es un fenómeno inédito. Ya tras las guerras en Irak o Afganistán se registraron episodios similares pero no alcanzaron la efervescencia actual.

Alto el fuego

Es un cuadro delicado para los gobiernos de Malasia Indonesia, tan próximos a la causa palestina como a Washington, y con el fragor popular en las calles y las redes sociales. Ambos culpan a la ocupación israelí del desaguisado y son rotundos en sus declaraciones. "Las tropas americanas están por todo Oriente Próximo dando vía libre a Israel. Esto ha alcanzado un grado de locura que permite que la gente sea asesinada. Es la cima de la barbarie", decía el primer ministro malasio, Anwar Ibrahim, en una manifestación propalestina. La crisis le alcanza en el peor momento, con el apoyo de la mayoría musulmana languideciendo tras apenas un año en el cargo. El presidente indonesio, Joko Widodo, ha pedido esta semana en la cumbre de la APEC a su homólogo estadounidense, Joe Biden, un alto el fuego que acabe con las "atrocidades" en Gaza.

A los mensajes no les han seguido las acciones políticas. El equilibrio interno es aún posible pero se complicará si la indignación popular se agudiza. Y a la sintonía con Washington la amenaza el proyecto de ley que prevé sanciones a los que presten ayuda financiera a Hamás, aprobada ya por la Cámara de Representantes y a la espera de la luz verde del Senado. Indonesia y Malasia mantienen lazos con el Gobierno de Gaza, han resistido las presiones para calificar a Hamás como organización terrorista y en sus países es vista como un grupo de resistencia y liberación frente al opresor. Anwar ya ha anticipado que no reconocerá esas sanciones unilaterales.

El conflicto ha subrayado las opuestas sensibilidades en la docena de países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). Singapur y Tailandia, que sufrió decenas de muertos en Israel, han enfatizado las condenas al ataque de Hamás. Pero a todos les inquieta que el incendio en Oriente Próximo distraiga a Estados Unidos cuando ya lidia con Ucrania, Corea del Norte y China. Los lamentos vienen de lejos, se intensificaron cuando Donald Trump se bajó del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica en el que muchos gobiernos veían el salvavidas en la tormenta y se han acentuado con la ausencia de Biden en la última edición de la ASEAN. "El resentimiento creciente a Estados Unidos no ayudará a los esfuerzos durante tres años de la administración Biden para reparar las relaciones con el sudeste asiático y convencerles de su compromiso a largo plazo con la seguridad y la prosperidad de la zona", avanza Zachary Abuza, experto del National War College (Washington).

Sidney Jones, analista de la zona en el Institute fos Policy Analysis of Conflict de Yakarta, no cree que la retórica propalestina de Indonesia y Malasia sea suficiente por ahora para cambiar el statu quo. "Washington los necesita a ambos y los dos gobiernos cuentan con un electorado importante que desconfía de Estados Unidos y China", señala.

Hostilidad con China

Pekín y Washington cortejan una región con razones para no echarse en brazos de ninguno. Les separa de la primera su matonismo en los pleitos territoriales y, de la segunda, el riesgo de que su espiral hostil hacia China acabe montándoles una guerra de la que serían los principales damnificados. En ese constante balanceo, la guerra en Gaza beneficia a China, principal socio comercial de la ASEAN y más constante en sus atenciones. Su pertinaz defensa de Palestina, además, le permite enfatizar su defensa del Sur Global frente a la historia de ocupaciones y el doble rasero de Occidente.

"No dudo de que China intentará sacar ventaja recordándoles a los gobiernos que Estados Unidos siempre habla de reactivar sus relaciones pero ahora está más preocupada por Oriente Próximo y diciéndoles que no estará ahí para defenderlos. Los chinos son muy buenos a la hora de plantar la duda en los líderes del sudeste asiático", sostiene Abuza.

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