Egipto

Abdelfatá al Sisi: una década de mano de hierro y alimentando una deuda faraónica

Al Sisi, que ha ganado con casi el 90% de los votos, ha marcado el rumbo de Egipto durante la última década y ha gobernado con mano de hierro

El presidente de Egipto, Albdelfatá al Sisi.

El presidente de Egipto, Albdelfatá al Sisi. / EFE

Marc Ferrà

Aunque en muchas de las fotos que se repiten en las calles de El Cairo durante las elecciones egipcias son del un Abdelfatá al Sisi con corbata azul, a nadie se le olvida cuando con su uniforme militar protagonizó el golpe de Estado en 2013. Todavía no era tan conocido, ocupaba el cargo de ministro de Defensa y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Pero pronto se convirtió en un nuevo faraón del Egipto moderno. Como Nasser, Sadat y Mubarak, aunque se presenten con corbata, a nadie se le escapa que debajo llevan su uniforme.  

Al Sisi ha marcado el rumbo de Egipto durante la última década y ha gobernado con mano de hierroAcaba de ganar sus terceras elecciones y todo apunta que, como mínimo, seguirá en el poder hasta 2030. Unos comicios que ha ganado con casi el 90% de los votos, aunque todo el mundo, tanto dentro como fuera del país, daban por hecho su victoria antes de que se abrieran las urnas. Sus rivales eran unos desconocidos para la mayoría de egipcios y en el país no existe una oposición real. La guerra en la vecina Gaza ha eclipsado estos comicios, pero en sus 10 años en el poder los problemas económicos y la falta de libertades han marcado su política.

Egipto pasa por una importante crisis económica y de inflación que ha entristecido el país. Las turbulencias en la economía egipcia se incrementaron durante la pandemia, en 2020, pero se agudizaron con la guerra en Ucrania, ya que es uno de los principales importadores de trigo ucraniano y ruso. "Su estrategia política y económica para consolidar el poder ha involucrado prácticas que desembocaron en el colapso repetido de la moneda del país, niveles devastadores de inflación, aumentos bruscos en la pobreza, una contracción persistente del sector privado y una de las crisis financieras más severas en la historia moderna de Egipto", apunta el analista egipcio Timothy E. Kaldasen un reciente artículo.

Proyectos faraónicos

Los problemas económicos y la faraónica deuda (165.000 millones de dólares) que acumula el país no han impedido que Al Sisi llevara a cabo grandes proyectos, como la nueva capital administrativa, que ha ordenado levantar a 50 kilómetros del Cairo. Una urbe que nace en el desierto y en la que habrá todos los edificios oficiales. Al Sisi también inauguró la aplicación del canal Suez en 2015, con un coste de casi 8.000 millones de euros. Y presidió la apertura del nuevo Museo Nacional de la Civilización Egipcia, con un espectacular desfile de momias encima de grandes vehículos. Grandes proyectos con los que ha intentado sacar pecho y hacer ondear la bandera del nacionalismo

Su década al frente del régimen egipcio ha sido constantemente señalada por las organizaciones en defensa de los derechos humanos. Según Human Rights Watch, desde que Al Sisi tomó el poder, han detenido a unas 60.000 personas por razones políticas y critican que Egipto pasa por "una de las peores crisis de derechos humanos en muchas décadas". También apuntan que además hay personas que tienen prohibido viajar fuera del país y que las autoridades "acosan y detienen" a familiares de disidentes en el extranjero. "El número de prisioneros de conciencia aumentó y el régimen incluso comenzó a construir nuevas cárceles para absorber la cantidad de detenidos, muchos de los cuales pasan años en detención previa al juicio", apunta Kaldas sobre la década de Al Sisi en el poder.

De Nasser a Al Sisi

De familia popular, Al Sisi nació en El Cairo en 1954. Ese mismo año el país vivía los inicios de una época que marcó un antes y un después: Gamal Abdel Nasser llegó a la presidencia. Dos años antes, junto a un grupo de oficiales, habían puesto fin a al reinado de Farouk, acusándolo de mirar más por los intereses británicos que egipcios. Desde ese momento, los militares han sido los que han llevado las riendas del país y han ocupado todos los resortes del estado. Después de la muerte de Nasser, dos militares más, Anwar el-Sadat y Hosni Mubarak, siguieron al frente de Egipto hasta 2011, cuando estalló la primavera árabe y Mubarak se fue del país. En ese momento, Al Sisi ya había logrado escalar hasta cargos importantes en las fuerzas armadas y quedaba poco para que saltara a la primera línea política.  

En 2012 Mohamed Mursi ganó las elecciones presidenciales como candidato del partido islamista de los Hermanos Musulmanes. Era la primera vez, desde la década de los 50, que un militar no estaba al frente del país. En el Gobierno que formó, eligió a Al Sisi como ministro de Defensa y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. A la vez, Mursi cesó a varios altos cargos militares y tomó ciertas decisiones con la intención de quitar peso al Ejército. Pero el 1 de julio de 2013, Al Sisi, dio un ultimátum a Mursi para que dimitiera. Los días antes, las protestas habían vuelto a inundar las calles del país en contra del presidente, incluso el movimiento opositor, Tamarrud (Rebelión), aseguraron que habían logrado reunir más de 22 millones de firmas para exigir elecciones anticipadas. Finalmente, 3 de julio, Al Sisi, protagonizó un golpe de Estado y tras un corto periodo de Adli Mansur como presidente interino, ganó las elecciones celebradas en 2014 con el 93% de los votos. Los militares volvían a la primera línea y empezaba su época.

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