Pacto en Islamabad

Los rivales del ex primer ministro de Pakistán encarcelado, Imran Khan, forjan un acuerdo para formar Gobierno

La Liga Musulmana de Pakistán (PML-N) y el Partido Popular de Pakistán (PPP) anunciaron este miércoles la fórmula en una rueda de prensa. Bilawal Bhutto-Zarzari, representante del segundo e hijo de la lideresa asesinada, Benazir Bhutto, será presentado como presidente del país

Bilawal Bhutto-Zarzari, líder del Partido Popular de Pakistán y próximo presidente del país.

Bilawal Bhutto-Zarzari, líder del Partido Popular de Pakistán y próximo presidente del país. / EFE

Adrián Foncillas

Pakistán reeditará una vieja coalición para alejar del Gobierno al ganador de las elecciones, el ex primer ministro Imran Khan, en un previsible giro que satisface al poder militar. El acuerdo acaba con la incertidumbre que dejaron los comicios celebrados dos semanas atrás y abre la puerta de la quinta democracia del mundo a un Ejecutivo presumiblemente débil y contestado por los votantes del candidato encarcelado.

La Liga Musulmana de Pakistán (PML-N) y el Partido Popular de Pakistán (PPP) anunciaron este miércoles la fórmula en una rueda de prensa. Bilawal Bhutto-Zarzari, representante del segundo e hijo de la lideresa asesinada, Benazir Bhutto, será presentado como presidente del país. Shehbaz Sharif, líder del PML-N, ejercerá de primer ministro. "No será una misión fácil. Trabajaremos juntos para llevar este país a la senda del progreso y el desarrollo", avanzó Sharif, quien ha explicado el pacto en la urgencia de "salvar a Pakistán de la inestabilidad política". A la ecuación se ha añadido una tercera formación para sumar los 133 escaños que exige la mayoría simple. Esa composición ya gobernó Pakistán en 2016 tras ser derrocado Khan por una moción de censura. Ninguna de las tres fuerzas del inminente Gobierno alcanzó los 90 escaños de los candidatos independientes agrupados bajo el paraguas del Pakistan Tehreek-e-Insaf (PTI), zancadilleado en las vísperas de las elecciones.

Khan, una gloria nacional del críquet, sigue representando a sus 71 años los anhelos de cambio de la juventud paquistaní. En las semanas previas a los comicios fue condenado a decenas de años de cárcel por múltiples cargos, entre ellos corrupción revelación de secretos. Su partido concurrió a las elecciones con la prohibición del uso del icónico bate de crícket en las papeletas, lo que dificultó su identificación a los iletrados, y con los discursos prohibidos de sus representantes en los medios de comunicación. Aún así se alzó con una inesperada victoria. Y, tan pronto fueron conocidos los resultados, emprendió una campaña para denunciar el pucherazo de las formaciones perdedoras. "Juntos robaron el mandato del pueblo y ahora pretenden saquear el país pero no les dejaremos que eso ocurra", avanzó el PTI en su cuenta de Twitter. Khan, en un comunicado desde la cárcel, advirtió de la "desgracia" que le espera al país con un Gobierno formado con "votos robados" y pronosticó una "pronunciada caída de la economía".

Protestas

Las manifestaciones de sus seguidores se han sucedido desde entonces y sus reclamaciones quedaron subrayadas con la dimisión de un funcionario tras haber admitido que manipuló el recuento de votos junto a la Comisión Electoral en cinco distritos de la provincia septentrional del Punjab. El Gobierno interino ha negado las acusaciones.

El acuerdo de las acrisoladas dinastías políticas contenta al Ejército, que ha movido tradicionalmente los hilos de la democracia del país asiático. Khan fue su protegido hasta que la lucha contra los poderes establecidos le hizo perder su favor. Sharif, en cambio, vio cómo sus condenas por corrupción fueron revocadas tras su regreso del exilio cuatro años atrás.

El nuevo Gobierno, que tiene hasta el 29 de febrero para convocar su primera sesión parlamentaria, hereda un país con un saco de problemas. El más urgente es lidiar con la juventud insatisfecha por el presunto fraude electoral y un cuadro económico desastroso que empuja a la salida del país. Casi la mitad de la población vive en la pobreza, el país sufre una inflación endémica y sólo un préstamo a última hora del Fondo Monetario Internacional evitó el impago.

Los resultados han sido recibidos con recelo desde la India, tradicional enemigo regional, que teme un Ejecutivo poco sólido. Los conflictos en el vecindario se le acumulan a Pakistán, con los talibanes de vuelta a Afganistán y los enfrentamientos con el régimen iraní.