Latinoamérica

El asalto de la policía ecuatoriana en la embajada de México: otro signo de crecientes desacuerdos en América Latina

Las imágenes de uniformados trepando paredes y vallas que rodeaban a la legación mexicana informan sobre una escalada en los modos de abordaje de los problemas políticos en esta parte del continente

La ministra de Exteriores de México, Alicia Bárcena.

La ministra de Exteriores de México, Alicia Bárcena. / Europa Press/Contacto/Luis Barron - Archivo

Abel Gilbert

La decisión del presidente ecuatoriano Daniel Noboa de ordenar la entrada de policías con coches blindados en la embajada mexicana en Quito para capturar al exvicepresidente Jorge Glas, estrecho colaborador de Rafael Correa a quien se le había concedido el asilo, provoca algo más que la quiebra de vínculos diplomáticos. La ruptura de relaciones bilaterales entre México con Ecuador, ordenada por su presidente Andrés Manuel López Obrador, añade una inquietante turbulencia política en una región que parece alejarse de los tiempos de pacientes consensos en la resolución de sus diferencias.

Las imágenes de uniformados trepando paredes y vallas que rodeaban a la legación mexicana, y luego el testimonio del jefe de Asuntos Políticos de la Embajada, Roberto Canseco, quien aseguró que los agentes lo golpearon cuando trató de impedir que violaran el espacio soberano, informan sobre una escalada en los modos de abordaje de los problemas políticos en esta parte del continente.

No se trata de un hecho caído del cielo. En las últimas semanas, el presidente argentino Javier Mileí chocó en términos inusitados con sus homólogos de Colombia y Venezuela, Gustavo Petro y Nicolás Maduro, y este último, a su vez, ha tenido roces con el mandatario colombiano y el brasileño, Luiz Inacio da Silva, por la cuestión electoral.

El contacto entre Lula y Milei es mínimo y con un grado cero de coincidencias entre aliados históricos. Venezuela, a la par, mantiene una disputa territorial con Guayana en la que se baten los tambores de guerra que ha encendido las alarmas de sus vecinos.

Con estos precedentes, donde la ideología no es un asunto menor, al punto de haber encontrado a México y Ecuador en una polémica pocas horas antes del asalto a la embajada, el operativo policial no dejará indiferente a los países latinoamericanos. Se esperan detractores y, posiblemente, algunas voces en defensa del procedimiento que, ha insistido México, supone una "flagrante violación del derecho internacional y la soberanía". La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, ha dicho que se trata de un "acto intolerable" y se solidarizó con López Obrador. "Se ignora el histórico y fundamental derecho al asilo".

Antecedentes

El Gobierno de Ecuador había declarado 'persona non grata' a la embajadora mexicana en Quito, Rauel Sesur, por unos comentarios de López Obrador sobre el asesinato del excandidato presidencial ecuatoriano Fernando Villavicencio y las aparentes consecuencias electorales de ese crimen. El presidente mexicano dijo que el atentado letal perjudicó a Luisa González, la candidata presidencial del Movimiento Revolución Ciudadana, que lidera el exgobernante Correa (2007-2017).

Villavicencio fue acribillado a tiros el 9 de agosto de 2023, a la salida de un mitin electoral en Quito cuando faltaban once días para la celebración de la primera vuelta de las elecciones generales extraordinarias, proceso que finalmente concluyó con el triunfo del ignoto Noboa. La Cancillería de Ecuador invocó el principio de "no intervención" en asuntos internos de otro país y la Convención de Viena para tomar sancionar a la embajadora.

Ahora, la Convención de Viena es levantada por México. Su ministra de Exteriores, Alicia Bárcena, anunció que su país recurrirá a la Corte Internacional de Justicia y "a todas las instancias, regionales, hemisféricas", entre ellas la Organización de Estados Americanos (OEA) y, seguramente, convocará a una reunión de emergencia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

El episodio dejará de involucrar solamente a los dos países. "Nunca pensamos que Ecuador iba a violar el derecho internacional y el Acuerdo de Viena. La verdad es que ni en tiempos de guerra ha sucedido una cosa de este tipo, ni en los peores momentos que ha vivido América Latina ni el mundo entero se ha dado una situación de esta naturaleza", ha dicho Bárcena, y no es azaroso. Cuando los militares argentinos tomaron el poder, en 1976, México alojó en su legación diplomática al expresidente peronista Héctor Cámpora, quien permaneció varios años en la residencia hasta que la dictadura autorizó, de mala gana, su salida del país.

La reacción de Correa y Noboa

Tras la incursión policial de la noche del viernes, Correa reaccionó airado desde Bélgica y responsabilizó al Gobierno de "la seguridad e integridad física y sicológica" de Glas. "Ni en las peores dictaduras se ha violado la embajada de un país. No vivimos en un Estado de derecho, sino un Estado de barbarie, con un improvisado que confunde la Patria con una de sus haciendas bananeras", señaló en alusión al linaje y la especialidad económica familiar de Noboa: hijo del principal magnate ecuatoriano, Álvaro Noboa, quien intentó en tres ocasiones llegar a la presidencia ecuatoriana.

Para Correa, Glas, quien pasó cinco años en la cárcel, es blanco de otro acto de la politización de la justicia con fines de amedrentar rivales. La Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) se ha llevado siempre muy mal con el correísmo. Esta vez, encontraron un lenguaje común de repudio. "La violación de la embajada de México en Ecuador es un acto fascista".

Noboa justificó la embestida. "Al haberse abusado de las inmunidades y privilegios concedidos a la misión diplomática que albergaba a Jorge Glas, y conceder un asilo diplomático contrario al marco jurídico convencional, se ha procedido con su captura". Y añadió: "ningún delincuente puede ser considerado perseguido político".

El Gobierno encuentra un antecedente que lo justifica en la irrupción de militares colombianos en Santa Rosa de Sucumbíos, población lindante con el departamento de Putumayo en ese país, el 1 de marzo de 2008, para ultimar a Raúl Reyes, uno de los comandantes de las FARC. Por entonces gobernaba Correa. La llamada Operación Fénix desencadenó una fuerte tensión que también involucró a la Venezuela de Hugo Chávez y amenazó con propagarse por Sudamérica.

El presidente colombiano Álvaro Uribe defendió entonces el acto subrayando el carácter "narcoterrorista" de Reyes. Cerca de Noboa señalan ahora que no se trata de un insurgente sino alguien condenado por corrupción que buscó protección de un Gobierno "populista". Ecuador, por lo tanto, se hizo "respetar" del mismo modo que Uribe hace 16 años.

Consulta popular y narcotráfico

No es un dato menor para los analistas que la incursión contra la embajada mexicana tenga lugar dos semanas antes de una consulta popular con la que Noboa busca dotarse de nuevos instrumentos legales y políticos para combatir el narcotráfico que asola a su país.

Los ecuatorianos deben responder sobre el papel de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el crimen, la extradición de ecuatorianos a Estados Unidos, una reforma judicial y el aumento de las sanciones contra los responsables de los delitos conexos con el negocio de la droga.

Ecuador vive desde hace menos de un lustro una situación dramática por la expansión de las bandas de delincuentes que, desde las prisiones, manejaban no solo las actividades ilícitas sino la guerra con otros grupos por el control territorial. Los Choneros es la organización principal. Su líder, Adolfo Macias alias "Fito", se fugó de una prisión. Esa sorprendente huida fue el detonante de una nueva fase de la crisis de seguridad que llevó a Noboa a declarar el Estado de Conflicto Interno.

Los Choneros son socios del Cartel de Sinaloa. En un punto, México y Ecuador comparten un mismo lastre y la necesidad de articular pasos en común que ahora quedan en el aire. El caso Glas ha roto ahora los puentes.