Varias organizaciones no gubernamentales (ONG) denunciaron ayer que España está suministrando armamento a diferentes países de Oriente Próximo, escenario de la actual guerra de Irak. El Gobierno lleva más de un año ocultando los datos oficiales sobre las autorizaciones que concede para la exportación de armas al extranjero, pese a que está obligado a rendir cuentas ante el Congreso cada seis meses.

Amnistía Internacional (AI), Intermón Oxfam, Greenpeace y Médicos Sin Fronteras (MSF), las ONG patrocinadoras de la campaña Adiós a las armas, presentaron ayer en Madrid el informe Alerta 2003. El estudio revela que firmas públicas y privadas españolas mantienen contratos para suministrar armamento a Arabia Saudí, Turquía, Emiratos Árabes Unidos y Jordania por valor de 1.779 millones de euros (296.034 millones de pesetas).

Estos datos, obtenidos de las empresas y de la dirección de Aduanas, se refieren a contratos en negociación y en ejecución. Según Vicen§ Fisas, responsable del grupo que ha elaborado el informe, en los últimos dos años España ha exportado armas por valor de 10.000 millones de euros (1,66 billones de pesetas) sin atenerse al código de conducta europeo, que prohíbe vender material de defensa a países embargados, en conflicto, que no respetan los derechos humanos o que puedan revenderlo.

NEGOCIOS CON EEUU

El informe incluye la venta al Reino Unido de 320 sistemas de lanzamiento de misiles por un importe aún por determinar. Fisas admitió que no tiene constancia de que los lanzamisiles españoles estén siendo usados en la guerra de Irak. También recoge el estudio la venta a EEUU de un sistema de arranque de emergencia para los helicópteros RAH-66 Comanche, 35 aviones CN-235 de EADS-CASA y sistemas de radar. Según las ONG, estas operaciones vulneran el código de conducta europeo, al estar en guerra tanto Washington como Londres.

Pero, por encima de todo, los representantes de las organizaciones humanitarias piden al presidente español, José María Aznar, que solicite al presidente de EEUU, George Bush, y al premier británico, Tony Blair, que "no usen armas de destrucción indiscriminada, como las bombas de racimo o las minas antipersona".