Los calabozos de las comisarías del Cuerpo Nacional de Policía de Castellón y de Vila-real podían ayer, como si se hubiera tratado de plazas hoteleras, haber colgado el cartel de completo. En ellos no cabía ni un alfiler tras acoger al, al menos, medio centenar de detenidos como presuntos integrantes de la banda de delincuencia organizada asentada en Castellón y que ayer fue, prácticamente, desarticulada.

CINCO POR CALABOZO Según informaron fuentes cercanas al caso, los seis calabozos de las dependencias sitas en Ronda Magdalena de la capital de Plana, así como los tres de la comisaría de Vila-real estuvieron todo el día llenos, sin olvidar que en cada uno de ellos caben cuatro o cinco detenidos, siempre y cuando sean del mismo sexo y no haya menores de edad junto a ellos.

Pero no solo colapsaron los calabozos. Ambas instalaciones, especialmente la castellonenses --establecida como la base del amplio dispositivo--, fueron durante todo el día un trasiego de ir y venir de efectivos policiales que trasladaban a arrestados en el marco de esta operación.

PASILLOS COLAPSADOS Además, los pasillos de la comisaría de Castellón estaban abarrotados de detenidos presuntamente implicados en la mafia desarticulada, para poder realizar las diligencias policiales corerespondientes.

Tal fue la magnitud de la operación --pues un registro domiciliario llevaba a otro y así a las detenciones de sus inquilinos-- que desbordó las previsiones y no se descartó, en el caso que fuera necesario, trasladar a alguno de los numerosos arrestados hasta Valencia a bordo de algunos de los furgones de la Unidad de Intervención desplazados desde allí especificamente para este operativo.