Los nuevos radares fijos en la Comunidad Valenciana están situados en el kilómetro 499,300 de la A-7, en el 43,400 de la A-35 y el 5,800 de la V-21, todos en la provincia de Valencia, y en el kilómetro 718 de la A-7 y 23,500 de la A-70, en la provincia de Alicante. A estos se unirá próximamente otro situado en el kilómetro 1.011,100 de la N-340, uno de los puntos negros del vial, en el término de Torreblanca.

Los radares instalados se han colocado, según la DGT, en puntos que están considerados peligrosos, en tramos en donde la velocidad es la causa fundamental de los siniestros y en zonas de concentración de accidentes o en sus proximidades. El objetivo de su puesta en marcha es que continúen descendiendo las víctimas mortales en accidentes de tráfico, como ha sucedido en los últimos años.