La Diputación de Castellón inició ayer una nueva andadura bajo la presidencia de Javier Moliner. La novena legislatura en el Palacio de las Aulas nace con la voluntad de los diferentes partidos políticos de que el diálogo y el consenso entre gobierno y oposición se convierta en el medio para conseguir impulsar la economía en la provincia y recuperar la confianza de los ciudadanos en los políticos y las instituciones públicas.

Representantes de todos los ámbitos de la sociedad castellonense y de la Comunitat abarrotaron el Salón Noble de la Diputación para asistir al acto de posesión de la nueva corporación. Moliner, nombrado presidente con los votos de los diputados del PP, inicia el posfabrismo y toma el relevo de Carlos Fabra, quien ha estado 16 años al frente de la institución provincial marcando una particular impronta en su manera de liderar la política provincial.

Con sus primeras palabras, el nuevo presidente fijó su meta: "Esta Diputación debe poner en marcha a Castellón; debe ser fuerte y tirar del carro", y verbalizó su intención de contar con los 27 diputados de los tres grupos políticos: "Tenemos que trabajar en concordia desde nuestras diferentes ideas con una única premisa, la de conseguir el mejor futuro para la provincia".

Como no podía ser de otra manera, Moliner dedicó la parte final de su intervención a agradecer a Fabra su cesión del bastón de mando, y se refirió a él como "la persona de la que he aprendido cómo se lucha, cómo afrontan las dificultades con constancia y fortaleza y cómo se antepone Castellón al resto de los objetivos".

La apuesta por trabajar codo con codo con la oposición se hizo más evidente cuando Moliner solicitó explícitamente a los socialistas y al Bloc su apoyo "nítido" a aquellos proyectos "en los que nos jugamos el futuro". A cambio, el popular se comprometió a propiciar una política de consensos sobre los grandes temas.

El dirigente popular fue más lejos cuando amplió la mano tendida a la oposición y recordó que los ciudadanos, en la calle, reclaman a los políticos otro compromiso. "Pido a la nueva corporación ser ejemplo de humildad, honradez, vocación de servicio y cercanía con las gentes que nos votaron".

Palabras similares utilizaron los portavoces del PSPV-PSOE y Bloc, Francesc Colomer y Enric Nomdedéu, en sus respectivos discursos. Ninguno de ellos habló de la corrupción, las causas judiciales pendientes o la tensión que ha marcado la política de la Diputación en los últimos cuatro años. Las únicas referencias que hicieron fue para especificar, precisamente, la necesidad de pasar página y emprender de cero una nueva página en las Aulas.

Moliner también se refirió al asunto, aunque brevemente, al apuntar que "no son tiempos de convertir las instituciones en espacios para el espectáculo o el insulto. Quien venga con esas intenciones me encontrará siempre enfrente", al tiempo que reiteró que "es momento para trabajar juntos y encontrar soluciones a los problemas de los vecinos".

El recién elegido mandatario mostró también su lado más reivindicativo y recordó que Castellón urge de infraestructuras necesarias para que se propicie un relanzamiento económico. "Esta provincia no quiere ser más que nadie, pero tampoco menos", apuntó el mandatario.