Durante las últimas semanas, hemos asistido a un esperpento protagonizado por la Conselleria de Medio Ambiente y la Agencia Valenciana de Seguridad y Emergencias con respecto a las responsabilidades de cada cual en la limpieza y mantenimiento de los bosques. Un sainete de declaraciones improvisadas, discursos vacíos, mensajes contradictorios y acciones vacilantes han evidenciado ante la sociedad castellonense el grado de descoordinación existente entre estos dos departamentos tan relevantes.

Hay quien ha querido descifrar en el caos de sus cuestionables comportamientos una guerra de soterrada (o no tanto) entre Compromís y PSPV por las jugosas cuotas de poder de ambas formaciones desde el inicio de la legislatura. Otros, simplemente, visualizan incompetencia. Ni lo sé, ni me importa.

Pero algo que sí nos afecta, y mucho, es el deterioro progresivo del monte castellonense: miles de árboles caídos jalonan nuestros parajes, al tiempo que la limpieza preventiva para el verano está pendiente de futuras actuaciones. Además, la palabra ‘reforestación’ parece maldita. Por no hablar, también, del embrollo que han generado con las pruebas deportivas de montaña durante las alertas de incendio.

Me consta que el titular de Emergencias, José María Ángel, es un profesional apreciado, incluso, por responsables políticos de signo contrario, una valoración que no puedo sostener de la consellera del ramo, Elena Cebrián.

Ayer empezamos a ver algo de luz en la reunión de Tales, pero si ambos dirigentes no son capaces de ponerse de acuerdo sobre cómo afrontar problemas tan importantes, considero que ya es hora de que Ximo Puig dé un puñetazo sobre la mesa y los ponga a trabajar… juntos.

* Redactor Jefe de Mediterráneo