El Periódico Mediterráneo

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«Cantar el Pregó del 50 aniversario fue inolvidable»

Mi Magdalena favorita: Antonio Gascó

El cronista de la ciudad selecciona para Mediterráneo sus momentos predilectos de las fiestas de Castelló

El cronista de la ciudad, cantando el Pregó de 1995, su año favorito. Mediterráneo

Él es la Magdalena y él es Castelló, y Castelló y la Magdalena son él. «Lo decía mi abuela, que estaba predestinado», señala Antonio José Gascó, cronista oficial de la ciudad. Nació en el 138 de la calle Mayor, en 1948, y desde entonces ha tejido una relación sentimental e indestructible con las fiestas, la Historia, el presente y las tradiciones de la capital de la Plana. Gascó comparte con los lectores de Mediterráneo toda una vida de recuerdos de rotllo i canya.

«Desde muy niño viví las fiestas muy intensamente porque me crie en una casa donde se respiraba mucho castellonerismo», explica Gascó. No en vano, recuerda un poema que Bernat Artola dedicó a su tía Emilia, que fue madrina de la gaiata 10. Cuenta también que su padre debió haber leído el primer Pregó de las fiestas, pero no pudo al padecer fobia a los cohetes como secuela de la guerra.

«En Magdalena formábamos un rebombori enorme por toda la calle. De buena mañana instalábamos las sillas para ver todos los desfiles, y nos quedábamos cuidándolas el resto del día», indica Gascó. No faltaban tampoco en la infancia las visitas a la feria con sus abuelos ni las romerias familiares «todos los años y con todo el fervor».

En ese ambiente, no es de extrañar que germinara en Gascó un profundo sentimiento por lo magdalenero y lo castellonense. «De joven, con la pandilla del bachiller, pronto me vinculé a las gaiatas y al món de la festa. Espresati me introdujo en la Sociedad Castellonense de Cultura, con apenas 16 años, y pude aprender de todos los grandes que forjaron las fiestas», rememora Gascó, que cita a Manuel Segarra, Lluís Revest, Sánchez Gozalbo...

Antonio José Gascó con Sánchez Gozalbo, uno de los forjadores de las fiestas. Mediterráneo

Gascó amasó en aquellos años de aprendizaje, además, dos virtudes muy valiosas a esas edades joviales, que le eran de gran utilidad en las elegantes veladas del Hostal de la Llum, punto de encuentro de la juventud castellonense durante las fiestas. «La verdad es que tenía cierto éxito con las chicas porque les escribía poemas y me gustaba bailar», confiesa.

Muy participativo 

Gascó compaginaba esos momentos de diversión con actos más serios. Además de acudir a las representaciones de óperas y zarzuelas, fue fundador del Colegio Universitario de Castellón, el CUC, y allí formó otro grupo inquieto y «muy participativo» con las fiestas. «Me vinculé mucho a la gaiata 14, de la que me nombraron presidente de honor, y colaboré con un montón de llibrets de muchos sectores», añade. 

No en vano, la huella de Gascó en la Magdalena es múltiple. En los años 70 formó parte de la Junta de Fiestas y en los 80 asesoró a su amigo y alcalde Antonio Tirado «ayudando en la modernización» de la Magdalena. En los 90 escribió y coordinó un volumen esencial, un libro colectivo titulado Festa que recoge al detalle la Historia de las fiestas de Castelló.

En el calendario asoma, por aquella época, un hito vital para Antonio José: fue el pregoner de la Magdalena de 1995, la del 50 aniversario. «Es el año más feliz para mí. Cuando tenía 9 años me lo aprendí y se lo cantaba a Bernat Artola, que venía a casa. Además tuve la suerte de grabarlo en un disco», remata.

Es el Pregó, «sin duda», el acto favorito de las fiestas para Antonio Gascó, «por la amistad que tuve con Manuel Segarra, Carlos Espresati, a quien le debo todo, y aquellos sabuts de Castelló» que fraguaron la fiesta en los orígenes. Gascó ha seguido siempre ayudando y colaborando con las gaiatas y la Junta de Fiestas, y sus vínculos con el món de la festa, que incluyen numerosas distinciones y reconocimientos, son inabarcables en este texto. 

Este año le toca vivir una Magdalena algo más «sedentaria» al sufrir recientemente una fractura de fémur. «Fue una lástima la suspensión del Pregó por la lluvia», lamenta Gascó. Eso sí, de cara al futuro, el relevo parece asegurado. Lo comenta con indisimulado orgullo de abuelo: «Mis nietos están abducidos por la Magdalena». Pues claro. 

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