PUJÀ AL FADRÍ

Magdalena 2024: Largas colas para conocer la historia de uno de los símbolos de Castelló

Los integrantes de la Colla Pixaví hacen posible este acto fijo en el lunes de fiestas

El acto es uno de los más entrañables del lunes de Magdalena.

El acto es uno de los más entrañables del lunes de Magdalena. / David García

Bartomeu Roig

Bartomeu Roig

Su denominación oficial es Campanar de la Vila, pero si se le llama el Fadrí, todo el mundo en Castelló y alrededores sabe de qué se está hablando. Desde que finalizaron las obras, en 1604, es uno de los principales símbolos de la ciudad. Para conocer al detalle todos sus secretos, la Colla Pixaví organiza desde hace muchos años el acto de la Pujà, en la que los visitantes, en grupos de unas 15 personas, conocen las explicaciones de los guías en cada estancia.

Público variado

La gente que paseaba por las inmediaciones era muy variopinta: desde familias enteras a personas que reconocían que, en sus 60 años de vida, nunca habían subido antes. Justo lo contrario de dos mujeres de origen chino afincadas en Castelló. «Ya hemos subido dos veces antes, y sabemos que tiene 188 escalones», comentó con toda seguridad. Un dato ratificado por los organizadores.

Interés

La capacidad de atracción de este acto se demuestra con las largas colas que se formaron desde primera hora de la tarde. Más de 400 personas se congregaron para recorrer sus estancias y descubrir detalles conocidos por pocos. Como que el primer reloj miraba hacia la Plaça de l’Herba, ya que previamente era el principal punto de encuentro de un Castelló que solo contaba con apenas 5.000 habitantes. Cuando se construyó la plaza Mayor, se cambió la dirección de este reloj.

Usos civiles

Otras notas del pasado del Fadrí tienen que ver con su origen, puesto que no era el campanario de una iglesia, sino una torre civil, cuyas funciones eran las de dar la hora a unos ciudadanos que no tenían relojes en sus casas y sus bolsillos, además de ser torre de vigía para protegerse de los enemigos o los incendios.

Primero pasaron por la sala del reloj, para luego pasar por la antigua prisión, la vivienda del campanero y la sala de campanas. Como guinda, las vistas que se pueden apreciar desde la zona más elevada, a más de 40 metros de altura. Por cierto, es al poeta Bernat Artola, a principios del siglo XX, a quien se le debe el nombre de Fadrí. Un apelativo que se ha quedado para siempre.