Dicen de él que fue el hombre que buscaba la felicidad, que ansiaba dar con la fórmula precisa para alcanzar la mayor dignidad posible. Fue conciencia de su época, un hombre sincero, comprometido, sabedor de la irracionalidad que existe en el mundo, del absurdo que impregna todo. Albert Camus se rebeló. Hizo bien, muy bien. Su atrevimiento supuso una pequeña insurrección moral y filosófica, un llamamiento a la modestia y a la camaradería.

Novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista, el francés nacido en Argelia forjó un humanismo preocupado por ahondar en la conciencia del ser humano, en su honestidad para consigo mismo y para con el mundo. Toda su obra, ya sean sus novelas, escritos filosóficos o piezas teatrales, deja entrever ese deber voluntarioso, esa preocupación por disminuir la sensación de infelicidad y miedo que nos infunden los altos estamentos. Nunca aceptó una existencia irreflexiva. De ahí su absurdo, herramienta ideal para combatir la necedad y la falta de sentido en el mundo. “El hombre se encuentra ante lo irracional. Siente en sí mismo su deseo de felicidad y de razón. El absurdo nace de esa confrontación entre la llamada humana y el silencio sin razones del mundo”, escribiría.

UN TEATRO "ÉTICO"

“Los hombres mueren y no son felices”, resume Calígula tras conocer la muerte de Drusila, su hermana y amante. El hasta entonces príncipe relativamente amable, vivirá obsesionado con la búsqueda de lo absoluto. El propio Camus, en la edición estadounidense de su obra teatral basada en el emperador romano, señaló: “Envenenado de desprecio y horror, Calígula intenta ejercer, a través del asesinato y la perversión sistemática de todos los valores, una libertad que finalmente descubre que no es buena”.

Engañado, traicionado e indenfenso, Calígula rechaza desde ese instante traumático la amistad y el amor, la solidaridad humana sencilla, el bien y el mal. “Toma la palabra los que le rodean, les empuja hacia la lógica, nivela todo lo que está a su alrededor por la fuerza de su negativa y por la furia de la destrucción que conduce su pasión por la vida”, nos dice su autor, quien descubre también que “suponiendo que la verdad sea revelarse contra el destino, su error consiste en negar a los hombres. No se puede destruir todo sin destruirse a sí mismo. Por eso Calígula desaloja a todos los que le rodean y, fiel a su lógica, hace lo necesario para armar a aquéllos que finalmente lo asesinarán. Calígula es la historia de un suicidio superior. Es la historia del más humano y más trágico de los errores”.

Bajo la revisión y dirección de Joaquín Vida, los días 30 y 31 de enero, a las 20.30 horas, el Teatre Principal de Castelló albergará este ya clásico de la dramaturgia contemporánea interpretada por los actores Javier Collado Goyanes, Alejandra Torray, Fernando Conde, José Hervés, Antonio Gálvez, César Sánchez, Héctor Melgares, Ángel García Suárez, Xabier Olza y Aurora latorre. Los castellonenses asistirán a la representación de un complejo texto en el que Camus relata el mandato de horror y locura a través de un lenguaje bestial, de unos diálogos portentosos en los que afloran el amor y la fidelidad, la sinrazón, la venganza e hipocresía, el instinto y supervivencia, los excesos y defectos...

“Infiel a los seres humanos debido a la excesiva lealtad a uno mismo, Calígula consiente en morir después de darse cuenta de que no se puede salvar solo y que nadie puede ser libre si es en contra de otros”, resume Albert Camus, uno de los grandes pensadores del pasado siglo, uno de los grandes maestros de la conciencia.