El maestro Eduardo Felip, de una afición desmedida hacia la música, era enérgico en la dirección, pero al tiempo muy sutil en el fraseo, tenia imperativo y precisión en el gesto, contando además con una memoria prodigiosa que le hacía prescindir de las partituras. Sus músicos le adoraban por su carácter afable y su destacado talento musical, pese a que su exigencia en la calidad de las interpretaciones era extrema.

Felip no era castellonense, nació en la localidad valenciana de Albalat de la Ribera y se afincó en nuestra ciudad en 1925, aureolado de fama, procedente de la Unión Musical de Liria a la que hizo ganar los más importantes galardones, en todos cuantos concursos se presentó. La asimismo famosa banda Primitiva de la ciudad valenciana de la música, «no se comió una rosca» (como se dice ahora en el popular lenguaje coloquial juvenil) en los años de rectoría del maestro albalatense. El Ayuntamiento de Castellón no lo dudó a la hora de buscar un sustituto para el maestro Asencio. El prestigio de Felip era reconocido en toda la geografía valenciana y aún nacional porque en 1950 al cese del maestro López Varela de la rectoría de la Banda Municipal de Madrid, el ayuntamiento de la capital de España le ofreció directamente la plaza que no quiso asumir por no abandonar Castellón donde sus hijos estaban ya establecidos. Da idea del nivel de la agrupación de viento de la villa del oso y el madroño el hecho de que fuera el célebre Jesús Arambarri quien ocupo el podio tras la negativa de Felip a estar en él.

No era la primera vez que Felip se ponía al frente de la municipal madrileña. Esta banda en marzo de 1937 en plena guerra visitó Castellón en una gira por toda la geografía española. Dirigía el celebérrimo maestro Pablo Sorozábal que alcanzó un éxito de clamor en la plaza de todos de la calle Pérez Galdós a decir de la prensa de la época. El alcalde Castelló y Tárrega, en homenaje, entregó al autor de ‘La del manojo de rosas’ una batuta de ébano con incrustaciones de plata, que fue a parar a las manos de Felip a quien Sorozábal ofreció dirigir el intermedio de ‘La boda de Luis Alonso’. A su término con el público y los músicos puestos en pie, el célebre compositor de zarzuelas abrazó a Felip y le dijo “¡quédese la batuta! Usted la merece más que yo”. La he tenido muchas veces en mis manos y la he visto en casa de su hijo Eduardo Felip Morató. Hablando de batutas, he de decir que ya jubilado, en una de mis visitas a su masía de la carretera de l’Alcora, poco antes de su muerte cuando yo frisaba los 18 años, le solicité, para tener un recuerdo suyo una de sus batutas. Me dio la única que tenía en su casa veraniega que conservo con venerado afecto y hoy está en la vitrina del Auditorio de Castellón, no sin antes recordarme el regocijado humorismo que sentía viendo como desde la tierra de Ribalta le imitaba en el gesto directorial en mi más tierna infancia.

Una vez jubilado el maestro Felip, de inmediato, vinieron las muestras de respeto y cariño por parte del público y de los músicos. El 22 de mayo de 1955 ya dirigiendo la banda su sustituto Juan Garcés se le otorgó otro esmerado pergamino pintado asimismo por Luis Sales y un álbum de firmas, tras una actuación en su honor efectuada en su querido Templete. La última vez que subió al podio, interpretando la ‘Obertura 1812’, fue en Lliria el domingo, día 3 de diciembre de 1961, en el centro instructivo de la Unión Musical en el que junto a él actuaron los titulares que habían alcanzado el mayor número de premios al frente de la banda. Se da la casualidad que el más galardonado de todos los directores que tuvo la famosa agrupación liriana fue Eduardo Felip. También tomó la batuta en ese concierto, como director invitado, el joven maestro Enrique García Asensio, al que precisamente Felip profetizó un gran futuro como director.

Se retiró de la vida activa aunque no dejó de dar clases a los muchos estudiantes de música, que atraídos por su fama quisieron llegarse hasta su maset de la carretera de l’Alcora o a su casa de la calle Oropesa. El 21 de mayo de 1966, fallecía en Castellón siendo su muerte enormemente sentida por todos los aficionados a la música, que solicitaron al alcalde la rotulación de una calle a su memoria.

nivel extraordinario

Del nivel de Felip como director hay una anécdota que me contó mi padre y luego me ratificó el doctor Miguel Bellido, que lo deja bien manifiesto. La Peña Teatral castellonense de zarzuela, hizo una gira por varias provincias españolas actuando en el hoy desaparecido teatro Apolo de Valencia en 1944 y 1945. En una de estas representaciones formaron en el foso los cuarenta primeros atriles de la Orquesta Municipal de Valencia, por el placer de ser dirigidos por Felip, bajo cuya batuta algunos habían actuado en Liria.

Al subir al podio se dirigió a los profesores en valenciano y con extrema humildad les dijo: “Perdónen-me si falle, jo no tinc categoria per a dirigir a músics com vostés”. A lo que el concertino le replicó: “Si no vullguèssim tocar sota la seva batuta no estaríem açí. Marque que el seguirem amb molt de plaer. Hem vingut per tornar a gaudir del seu mestratge”.

El director de la Sinfónica valenciana Juan Lamotte de Grignon, que acudió al ensayo general, a su término felicitó emocionado al maestro alabando, ante todos los presentes, sus excepcionales condiciones con la batuta, la emotividad y la claridad expositiva para músicos y cantantes de su viejo amigo. H