El intenso frío y el viento que ayer azotaron Castellón no pudieron con la devoción de unas 200 personas que, a pesar de las inclemencias, quisieron participar en la última ocasión del 2017 en la que se podrá pasar por el manto de la Mare de Déu del Lledó. Aunque sí que se redujo el número de niños que participan en esta tradición, unos 50, casi la mitad de lo que sería habitual.

Aún así, el templo se llenó de devotos que quisieron mostrar sus respetos en una jornada trascendente, según el prior de la basílica, Josep Miquel Francés, al celebrarse el aniversario de la muerte de Mosén Juan Cardona Vives. Sobre él, destacó en la homilía su compromiso con la ciudad «en unos años muy convulsos, de grandes transformaciones, en los que quiso atender todas esas necesidades, que tienen su reflejo en el patrimonio local».