Entre 4.000 personas, según la Policía Local, y más de 5.000, según las entidades organizadoras, se dieron cita ayer en la manifestación del Primero de Mayo que recorrió el centro de Castellón y que destacó tanto por el carácter unitario de la convocatoria --con la participación de una veintena de colectivos sociales, partidos políticos y sindicatos-- como por el trasfondo feminista de un evento que quiso rememorar el éxito del pasado 8 de marzo, sumarse a la protesta por la reciente sentencia de la Manada, además de mantener viva la reclamación y el eco logrado por los pensionistas.

A esta estela inspirada en las movilizaciones previas a este 1 de Mayo tampoco faltaron esteladas en un engranaje ideológico que reivindicaba la unidad de las izquierdas frente al inmovilismo. En una única manifestación de casi dos horas, que arrancó junto a la plaza de las Aulas y culminó en la explanada de Illes Columbretes, formaciones muy diversas compartían escenario en reclamación por sueldos dignos, la salvaguarda del actual sistema público de pensiones, medidas contra la brecha salarial, igualdad plena entre hombres y mujeres, la derogación de la reforma laboral o el incremento del salario mínimo hasta mil euros, entre otras reivindicaciones, que también se dejaron ayer sentir en los municipios de Burriana, organizada por la Assamblea Primer de Maig, y en Vinaròs, convocada por la Confederación General del Trabajo (CGT), con la asistencia de 250 y 300 personas, indistintamente.

ARGUMENTARIO SINDICAL // UGT y CCOO, los sindicatos con mayor representación en esta convocatoria, que estaba tutelada también por la Coordinadora Repartim el Treball i la Riquesa (CRTR), hicieron ver la necesidad de un reparto justo de la riqueza que permita combatir las desigualdades, por lo que reprocharon «el victimismo de las empresas dentro de la negociación de los convenios colectivos, con el que se busca mantener privilegios en contra de los trabajadores», según explicaron sus dirigentes en la provincia, Francisco Sacacia y Manel Nieto, respectivamente.

Tras la pancarta que abría la marcha en Castellón, donde el color rojo de los sindicatos de clase cedió parte de su protagonismo al morado feminista, con mensajes en favor de la dignidad de las trabajadoras y las pensiones, los manifestantes mostraron en su sucesiva cartelería un largo rosario de reclamaciones que tenían que ver con la defensa de un nuevo convenio del azulejo más favorable a los trabajadores, mayor consideración social y laboral a los profesionales del hogar, para los trabajadores públicos, garantizar el futuro en las labores de estiba o una reclamación expresa por un cambio del actual modelo económico.