La trufa de Morella fue protagonista en la final del televisivo programa Masterchef. El chef de Dénia con tres estrellas Michelin Quique Dacosta homenajeó a la cocina valenciana en la competición que mantuvo en un ay a miles de espectadores de toda España la noche del martes. Y, entre los seis platos del menú que concibió para que replicaran los finalistas, Aitana, Valentín y Aleix, se encontraba un Coulant de trufa de Morella y pichón. Todo un impulso turístico y gastronómico para Els Ports.

Sin embargo, la climatología amenaza con jugar una mala pasada a esta joya gastronómica, ya que la temporada del hongo de verano (Tuber Aestivum) está siendo nefasta por la falta de lluvias y las altas temperaturas, condicionantes que atenazan la campaña invernal de la Tuber Melanosporum (la negra).

El devenir meteorológico de los próximos meses marcará por completo la producción invernal. «Las trufas tienen un ciclo de seis meses, por lo que, si no empieza a llover ya, en invierno saldrán muy pocas y de menor calidad», advierte el buscador y comerciante, Iván Pitarch, que sigue todo el ciclo del hongo desde su búsqueda en los montes de Morella hasta la venta directa en su tienda, Carnicería l'Arc.

Iván Pitarch, buscador de trufas de Morella.

Por ahora, las expectativas no son halagüeñas. Los buscadores y el sector de la restauración confían en que no se repita el episodio del 2017. En aquella ocasión llegaron a pagarse más de 1.200 euros el kilo por ellas. Este hecho hizo que algunos restaurantes cancelasen los menús gastronómicos dedicados al oro negro, al verse obligados a incrementar considerablemente el precio. Todos esperan que las precipitaciones estivales rompan las previsiones.

En la foto, el hijo de Iván Pitarch buscando trufas.

No obstante, la situación no pinta bien para su hermana, la Tuber Estivum, ya que, «con la sequía que arrastramos y el calor de las últimas semanas están saliendo muy pocas, pequeñas y de poca calidad», advierte este experto.

Pitarch señala que los que el verano pasado hallaban cinco kilos, este año no pasan de los 500 gramos. Además, esta variedad tiene un precio mucho más humilde que la de su hermana invernal. Esta temporada el kilo se paga al buscador por 40 €, que llega a 70 o 80 € al consumidor final, pero si todo mejora, podrá llegar a 70 o 100 €.

De aroma menos intenso y sabor más suave, la princesa veraniega se ha convertido en complemento ideal para algunos platos. «Las trabajamos siempre en crudo, para poder degustar todo su sabor, son ideales para carpacios o para acompañar otras elaboraciones, así como en conservas, porque aromatizan muy bien», explica Avelino Ramón, reputado chef del restaurante Daluán.