De los 792.248 desplazamientos diarios que se realizaban en el área metropolitana de la Plana antes de la pandemia del covid, más de la mitad (un 57%) se producían en vehículo privado. Son datos de la Conselleria de Obras Públicas y Movilidad que, además de refrendar la hegemonía del coche como medio de transporte más utilizado en Castelló y los 13 municipios de su área de influencia (Borriol, Betxí, les Alqueries, Benicàssim, Sant Joan de Moró, Orpesa, l’Alcora, Almassora, Burriana, Nules, Vila-real, Onda y la Vilavella), la estadística corrobora también que el transporte público no despega y representa un pírrico 5% del total de viajes.

Más fragrante es el porcentaje de desplazamientos a nivel interurbano que se hacen en vehículos particulares (90%), muchos de ellos con un solo ocupante, que dejan al uso de buses o trenes en una opción muy poco escogida por los castellonenses si tienen que cambiar de localidad (7%).

El motivo de esta escasa aceptación del transporte público, según revela el estudio de la movilidad metropolitana, es que no hay servicios en algunos de esos municipios y si los hay, las prestaciones y los horarios que ofrecen son «inadecuados» o «incómodos» para los viajeros, tal como recriminan muchos vecinos en su día a día. En ese sentido, Conselleria subraya a les Alqueries y Borriol como municipios «muy dependientes».

Principales rutas

El trayecto que más se repite en coche en el área metropolitana de la Plana es el de Castelló-Almassora, con una media de 26.906 viajes en los tiempos precoronavirus, mientras que la ruta cuotidiana más frecuentada por el transporte público es Castelló-Vila-real, con 2.011 desplazamientos.

Esta supremacía del vehículo privado demuestra una «carencia de servicios» a nivel metropolitano, como opina el concejal de Movilidad Sostenible de Castelló, Jorge Ribes, que cree que el transporte público necesita un «empuje», ya que actualmente hay «muy pocas» conexiones» y echa en falta «líneas regulares» que unan más los municipios. Aunque a nivel urbano sí defiende que haya una respuesta «más ajustada» a los intereses de los ciudadanos, el edil asevera que «no existe un transporte metropolitano que solucione de verdad las necesidades reales de los vecinos».

Igual de rotundo se muestra el alcalde de Vila-real, José Benlloch, quien indica que «aún está prácticamente todo por hacer» en el área metropolitana de la Plana, la cual supone «uno de los retos más importantes que hay encima de la mesa». Entre algunas ideas que piensa que ayudarían a «construir una nueva cultura» de la movilidad sostenible, destaca mejorar infraestructuras de comunicación (especialmente para salvar el río Millars), implementar plataformas reservadas para ganar en frecuencia, agilitad o seguridad, promover precios sociales o crear una entidad de gestión supramunicipal que gestione el servicio.

Más concienciación ciudadana

Más allá de «mejorar la calidad» del transporte público, la alcaldesa de Benicàssim, Susana Marqués, apunta a la implicación ciudadana. «Hace falta mucha más concienciación colectiva, ya que no hay que olvidar que este medio de desplazamiento ayuda a mitigar los efectos de la contaminación», afirma, si bien entiende que la gente siempre busca la «comodidad». Como ejemplo, explica que la CV-149 es una vía de acceso rápida para las personas de segunda residencia.

Opinión similar mantiene su homóloga en Almassora, Merche Galí, que cree que todavía hacen falta «muchos esfuerzos» de todas las administraciones en materia de infraestructuras para incrementar el uso de transportes sostenibles. «Es necesaria una mayor frecuencia de paso y vehículos públicos eficientes, también en materia urbana», considera.