Pasaron de ser una anécdota a principios de la década anterior a, prácticamente, ir camino de monopolizar la venta al por menor. Sin embargo, parece que la presencia de comercios chinos en la provincia ha tocado techo e incluso se nota una pequeña tendencia a la baja en su expansión en los últimos años, propiciada según indican desde el sector por un cambió de hábitos de consumo entre los compradores.

Aun así, su peso sigue siendo muy importante en la actividad comercial. El epígrafe 66.22 del impuesto de actividades económicas (IAE), bajo el que se agrupan los establecimientos dedicados a la venta al por menor de toda clase de artículos, y en el que se sitúan la mayor parte de los establecimientos orientales, indica que en la actualidad casi uno de cada cuatro comercios de la provincia es de esta naturaleza.

Un porcentaje importante pero que está por debajo del 27,5% que representaban en el 2015, lo que indica un retroceso o al menos una consolidación de este fenómeno. Hay que recordar que en el 2002, los comercios de todo a cien en versión oriental suponían apenas el 3% del total. En el 2007 ya se incrementó este porcentaje al 17% y en el 2011 llegó al 21%. Sus bajos precios en tiempos de crisis captaron la atención de todos los castellonenses.

repliegue // La capital de la Plana fue la mayor receptora de este tipo de negocios y, pese a que su presencia es aún masiva, se nota el repliegue. Actualmente, representan aproximadamente el 53% de los 140 comercios agrupados en el epígrafe 66.22 en la ciudad. Hace tres años eran el 60%.

La responsable en Castellón de la Confederación de Comerciantes y Autónomos de la Comunitat Valenciana (Covaco), Tere Esteve, señala que las especiales características de estos comercios hacen difícil competir con ellos. «Tienen precios súper baratos y horarios muy amplios», detalla.

Por otro lado, sí percibe que «ha disminuido el boom» de los establecimientos comerciales. «La gente se ha dado cuenta de que el producto no tiene la calidad de los que ofrecen los comercios tradicionales, y no tienen la demanda que tenían», subraya.

«Los hábitos de consumo no son los mismos. Los jóvenes ya no compran igual que los mayores y nos tenemos que adaptar a eso; también los chinos», dice.