Ya es sabido. En 1962, primer año de la presencia en Castellón del Hostal de la Llum, se celebraron 17 funciones con público, desde el viernes 23 de marzo hasta el domingo 1 de abril. Los caballeros podían adquirir abonos especiales por 700 pesetas y las señoras por 400 pesetas. Así se hizo público y fue tema de muchos comentarios. Y es que se trataba de unos precios incomprensibles, al menos visto desde ahora, cuando todavía acaban de visitar escenarios en la provincia la pareja del Dúo Dinámico, que en el parador ya estuvieron el primer año, cuando Ramón Arcusa y Manuel de la Calva, eran todavía unos jovencísimos cantantes.

En realidad, la programación de aquel año ya he dicho en alguna ocasión que estuvo encabezada por el grupo de Marino Marini y su Cuarteto Italiano, de tanta algarabía y dinamismo. Completaban el cartel Aleco Pandas, después de su éxito en el Festival de San Remo. Y las jóvenes Gelu y Elia Fleta. Pero toda la música de baile de entonces y de siempre, estaba protagonizada con empaque por José Guardiola y su Orquesta, alternando en el escenario con Los Cinco Reyes, entre los que mi compañero de aventuras iniciales en la música, Paquito Andreu, nos llenaba de nostalgias con la melodía de su violín, tan cerca de la que estuve siempre, sin olvidar nunca Fuente de la Plaza Mayor. Bueno, en realidad, la música de baile estuvo aquel tiempo protagonizada en España por los programas iniciales de televisión por los conjuntos de Rudy Ventura y el brillo de Los Rivero. Coincidió cuando aquí, en el parador, estuvieron los TNT, Los Tres de Castilla y Los pájaros locos. También se asomó el galán Robert Jeantal y la singular Mariela de Méjico. No olvido que la aportación del grupo de Marino Marini, arrastró de entusiasmo a quienes aplaudían por el funcionamiento del eco y la reverberación en su máquina.

LOS ECOS. Cada año, lo que creo que llamaba más la atención de nuestras gentes era el hecho de que en una costumbre magdalenera, al igual que las corridas de toros, incluso el desfile por nuestras calles del singular Pregó El Hostal llegó a convertirse en algo habitual. Son ecos a través de El colors al vent que me llegan este año como mensajes desde la esquina de mi calle. Y es que aquel entoldado convertido en ‘parador’ de espectáculos, con sus cortinajes, sus lámparas de cristal tallado, sus alfombras y moquetas y la bella pista central para el baile y los espectáculos, muy profesionalmente enmoquetada, todo ello implantado en el centro de Castellón, en plena calle y plaza histórica, convertían al Hostal de Llum en algo muy destacado para el recuerdo. Y en eso me empeño yo ahora, estos días, cuando el calendario me dice que es oportuno hacerlo, tal vez como ocurre con El humo de los barcos en verano, tan habitual.

Mientras en el Teatro Principal conquistaban los deseos de los castellonenses en el mundo del espectáculo, con Manolo Escobar y Marifé de Triana, como competencia lícita, el 28 de febrero de 1964 empezaba la tercera temporada de vida del Hostal de la Llum, con los sonidos y múltiples colores del conjunto de componentes de la Banda de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos, institución invitada de honor del propio Ayuntamiento de Castellón y, por consiguiente, protagonista de varias actuaciones de carácter público, que llamaron mucho la atención de unos y otros.

Realmente, aquel tercer año, lo que tuvo sabor de espectáculo de viejas raíces fue la gran gala que ofreció el Hostal de la Llum con la actuación estelar de La Chunga y su Ballet de Arte Español con presencia-contraste de Ernesto Duarte y su Sabor Cubano, que cerraba con brillo la actuación del Trío Siboney, Los 3 de Castilla y la aparición inesperada de una jovencísima Karina, que tuvimos que contratar rápidamente por el accidente que sufrió en Hamburgo otra gran figura que teníamos programada.

LOS MEJORES. Otro toque de novedad en ese mundo musical es que hicimos llegar al Hostal creando una especie de certamen público, en el que podían participar todos los castellonenses valorando la incidencia profesional y la calidad en suma de sus valores, citando a directores de cine y teatro, novelistas, cantantes y estrellas del mundo del espectáculo. Para asistir como espectadores a esas fiestas, había que vestir de gala, era obligatorio.

Una larga lista de participantes constituyó un atractivo más siguiendo los deseos de los distintos votantes y creando la raza de ‘Los mejores de España’.

Naturalmente, los votantes se ‘saltaron’ el guión y colocaron en primerísimo plano a la canción popular española, que tuvo su edad de oro en los años 40 y 50, cuando la radio se consolidaba en España. Y con los espacios de ‘discos dedicados’, programado en verdad por los oyentes, llegaron a un primerísimo plano las grandes canciones de Concha Piquer, Juanita Reina, Imperio Argentina o Antonio Molina, siempre después Lola Flores.

Dentro de ese espacio, acaba de llegar ahora a mis manos, una imagen del novelista de Villavieja, Manolo Vicent, que triunfó con su novela Pascua y naranjas y tuve el honor de entrevistarlo en directo en el Hostal. Y también me llega desde la Diputación, el libro La Plana, paisatges de la memòria, en el que Manolo se apoyó en su hermano Juan Antoni para crear entre los dos un libro delicisioso, él con el texto y el ingeniero con sus imágenes fotográficas. Gracias por ello a todos.