Una teoría atribuye el nombre de la mona de Pascua al vocablo árabe munna, que era como los musulmanes llamaban a un regalo que daban a los señores. Otra hipótesis asevera que la raíz de la palabra es griega y provendría de munus, que se traduciría como regalo. Dejando al margen el origen etimológico del término, lo cierto es que el postre por excelencia de la Semana Santa no puede faltar en cualquier mesa de Castellón desde tiempos inmemoriales... y así seguirá siendo un año más.

Reposteros de toda la provincia los preparan con distintos rellenos —boniato, cabello, chocolate o directamente sin nada—, con diferentes coberturas —huevo duro, fruta confitada o almendra—, tamaños y formas. Sin embargo existe una mona de Pascua característica como pocas según nos relata el propio secretario del Gremi de Forners y panadero de tercera generación, Juan Miravete: «Una de las que más preparo y más típica es la mona de molles, que en Pascua la vendemos tapada y durante todo el año, destapada. La masa es la misma que en el resto de monas, pero va con un relleno compuesto por harina, azúcar, aceite, limón y almendra rayados; una especie de mazapán».

La mona de Pascua significa históricamente para los cristianos el fin de la abstinencia propia del periodo de Cuaresma, pero el típico alimento ya ha trascendido más allá de su vertiente religiosa. De hecho, en la panadería de Miravete ubicada en la Calle San Roque de Castellón los motivos de la mona son más que variados: «Cuando hablamos de las monas de chocolate hacemos sobre todo de castillos y princesas, pero también de la Patrulla Canina...».

También desde el Gremi de Forners, Piliar Viciano de la Pastisseria Sant Vicent asegura que vuelven los clásicos: «Los superhéroes son muy demandados, aunque algunos peques prefieren los de siempre, como las princesas Disney, Batman, Superman, Star Wars o Peppa Pig, que no pasa de moda, y otros quieren a las estrellas del momento, como Lady Bag o los de Marvel».

En cuanto a los rellenos, César Solsona de Pa i Pastes Castelló afirma que está elaborando también combinaciones más originales como la de crema o la de yema con nueces. Lo que está claro es que la producción en estas panaderías se multiplica, llegando a hacer por ejemplo en la de Juan Miravete «unas 300 en total. Teniendo en cuenta que solo somos dos, vamos estresados». Los precios, según confirma este mismo panadero, oscilan «entre los 2,50 euros las pequeñas que solo llevan un huevo hasta los 15 ó 20 que cuestan las rellenas de tamaño mediano o grande».