Existe una plaza denominada del Escultor Adsuara entre las calles de Tarragona, Oropesa y Torreblanca, distrito 7, sección 9 del callejero. Autor de muy notables esculturas que adornan la ciudad, Juan Adsuara consiguió numerosas distinciones en todo el mundo. Es Hijo Predilecto de Castellón desde 1950.

Tuve ocasión de conocer personalmente al escultor Adsuara, una de las grandes figuras artísticas de Castellón de todos los tiempos, y recuerdo alguna frase suya referente a temas de fiestas y gaiatas: «No olvides que no es un elemento estático la gaiata, sino activo y dinámico…».

Tengo grabada en mi mente su imagen, ya de persona mayor, en el despacho de Eduardo Codina, alcalde de Castellón por entonces. Hombre serio, de semblante severo, pero amable y natural en su apretón de manos, impresionante en su aspecto con sombrero negro de anchas alas.

Quise mostrarle mi admiración al comparar su estatua de Ribalta con la imagen de Caballero de la Mano en el Pecho, del Greco, estampa de hidalgo español de otros tiempos de antiguos libros y publicaciones.

Ante la sonrisa socarrona de Codina, el escultor se mostró complacido hablando conmigo:

--En la concepción de la estatua de Ribalta ha obrado en mí como factor principal, no el sentido anecdótico del pintor, sino la fuerza dinámica de una obra. He imaginado siempre el monumento a Ribalta como una interpretación de formas exenta de simbolismo, muy natural.

En realidad ese es el concepto de la filosofía de toda la obra de Adsuara. Con su aire candencioso de música clásica, adornado de entrañable esencia popular, siempre justo y cabal.

ADSUARA Y PORCAR. En el periódico el Heraldo del 18 de julio de 1920 hay una nota de la redacción que me llama la atención. Habla de la llegada a Castellón para pasar las vacaciones de verano, de los escultores Adsuara y Porcar. Vidas paralelas que, sin embargo, aparecen como enfrentadas al contemplarlas en la superficie y no siempre como producto del sentimiento de los propios artistas. Hasta que, a un artículo muy elogioso de Porcar, responde Adsuara con su famosa carta: «…no creo equivocarme si estimo que esta amistad nuestra está acrisolada por la admiración mutua. Yo no sé si tú hubieras llegado a ser un gran escultor sin mi rivalidad de los primeros años, pero sí me cabe la satisfacción de haber contribuido a que descubrieras en ti mismo a un gran pintor. En cambio, de mí puedo asegurarte que no hubiera llegado a nada sin la pesadilla de tu personalidad…».

Por aquella fecha, ambos rondando los 30 años de edad, se encaminaban hacia la consecución de éxitos y distinciones, después de estar los dos pensionados por Diputación cuando eran más jóvenes, con la culminación de haber conseguido ambos una primera Medalla Nacional y el galardón más querido por ellos de ser nombrados Hijos Predilectos de Castellón, tan justamente.

En nuestro Museu de Belles Arts hay una sala en la que de nuevo están juntos Adsuara y Porcar a través de sus obras.

LA VIDA. De padres comerciantes y cuarto de seis hermanos, Juan Bautista Adsuara Ramos nació el 31 de julio de 1891 en el carrer Talecons. No había antecedentes familiares que pudieran relacionarlo con el arte, tan profundamente.

--Nuestro profesor de dibujo del instituto, don Eduardo Laforet, excelso pintor, encaminó mi vocación artística. De todas maneras, nuestra tierra es la propicia a la floración de arte. Aquí la intensidad de la luz sin celajes limita y destaca perfectamente las formas y los volúmenes.

Estudiante en la que sería Escuela Superior de Bellas Artes San Fernando, de Madrid, consideró a los profesores José Garnelo y Miguel Blay como sus verdaderos maestros para alcazar un estilo de altísimo nivel, con su estancia durante un tiempo en los talleres de imaginería de Granada, donde también compartió sueños y enseñanza con el escultor valenciano José Capuz.

La convivencia en Madrid con toda clase de artistas, su diario contacto con museos y exposiciones, fueron el ambiente propicio para su formación definitiva, que se acrecentó por tierras de Francia e Italia, en fecundos viajes de estudio. Y los premios y galardones empezaron a llegar. Sus obras Bañistas, Cabeza de niño, Cadencia, San Juan Bautista, con Eva y el grupo escultórico Piedad, eran objeto goloso para ilustrar con elogiosos comentarios las revistas de arte de Europa. En 1924 consiguió la primera Medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes.

Pero nunca olvidó Castellón con viajes continuados que le permitían también seguir trabajando entre nosotros, aportando sus saberes y su exquisita sensibilidad artística. Aquí nació su escultura del guitarrista Tárrega y se inauguró en 1927, en nuestro paseo y parque, su espectacular monumento de Ribalta.

En 1929 se le concedió el Premio Nacional de Escultura que conlleva la realización de dos obras, Las Artes y Las Ciencias, que todavía adornan el Ministerio de Cultura de Madrid, como inicio de las más bellas realizaciones para edificios, culminando con la especial decoración escultórica de la iglesia del Consejo de Investigaciones Científicas.

Un hito en la vida profesional de Adsuara fue la consecución en 1932 y en reñidas oposiciones, de la Cátedra de Dibujo y Ropaje de la Escuela Superior de Bellas Artes, de la que había sido alumno y acabó con el tiempo siendo director después de ser miembro de número de su Real Academia de San Fernando.

Y en Castellón, su puesta en marcha del Museo, su entrañable Perot de Granyana, su Dolorosa para La Sangre, el busto del patricio Cardona Vives, la fuente de Los artistas, instalada ahora en la plaza de la Pescadería y sobre todo, el inmenso legado de toda su obra a la Diputación.

Al final, aquellos ojos de artista que se miraron en su juventud con los de la delicada Emilieta Calduch, con el pálpito de un amor no correspondido que lo mantuvo soltero para siempre, se cerraron el 17 de enero de 1973.

Al día siguiente, la Banda Municipal interpretaba en su honor la Marcha de infantes.