Hay un Castellón sin bancos, ni cines, ni tiendas y en el que apenas nacen niños. Hay otro Castellón que sí tiene bancos y tiendas, aunque la cigüeña también pasa de largo. Porque en la provincia las muertes ya superan a los nacimientos. Así ocurre desde el 2015 y así volvió a suceder en el último año, cuando fallecieron 5.593 personas y solo vinieron al mundo 4.569. Pero lo llamativo es que las muertes son superiores a los alumbramientos en 127 de los 135 municipios de la provincia. Y no todos son del interior.

En una década, los nacimientos han caído casi un 30%, ha disminuido el número de hijos por mujer y se ha retrasado la edad de la maternidad hasta los 30 años o más. Y eso, junto al aumento de la mortalidad por el progresivo envejecimiento de la población, ha provocado que en Castellón el crecimiento vegetativo (mide la diferencia entre nacimientos y defunciones) solo sea positivo en ocho de los 135 municipios. Arañuel, Benicarló, Benicàssim, Onda, Orpesa, la Pobla Tornesa, Sant Rafael del Riu y Sant Joan de Moró pertenecen a ese exclusivo club donde todavía nacen más personas de las que mueren. En el resto, o bien hay un empate o bien el número de habitantes va claramente cuesta abajo.

Onda es uno de los afortunados (en el 2018 nacieron 242 bebés y fallecieron 219 personas) y una de las razones, según fuentes del Ayuntamiento, podría ser el gran contingente de población joven que vive en el municipio. ¿La causa principal? Su intensa actividad económica, basada en una potente industria cerámica.

LOS JÓVENES, LA CLAVE // En la Pobla Tornesa, los motivos son muy similares. En este municipio fallecieron el año pasado siete personas y nacieron 12, con lo que el 2018 se cerró con un crecimiento vegetativo positivo. «La localidad está muy bien situada y en los últimos años han venido muchas parejas jóvenes, ya sea por el precio de la vivienda o por la calidad de vida que supone vivir en un municipio pequeño», explica Carles Selma, alcalde de la Pobla. «Ser uno de los municipios con crecimiento positivo es algo que nos llena de orgullo, sobre todo ahora que se habla tanto de la despoblación», añade.

En el lado opuesto a la Pobla de Tornesa u Onda se encuentran todos los demás, aunque llama especialmente la atención Castelló, Vila-real, Burriana, la Vall d’Uixó o Vinaròs. La capital cerró el año con un crecimiento vegetativo de -125 personas, como resultado de 1.369 nacimientos y 1.494 defunciones. En Vila-real murieron 452 vecinos y solo nacieron 422, siempre según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE)

Donde el crecimiento también es cero o negativo es en la inmensa mayoría de las localidades del interior. Y ahí van unos ejemplos. En Sueras, el año pasado llegaron al mundo 2 bebés y murieron 7 personas, mientras que en Vall d’Almonacid las muertes fueron 7 y los nacimientos tan solo uno. Hay otros municipios, sin embargo, que están en una situación mucho peor. En 41 no se produjo ningún nacimiento y en otros 85 no se superaron los cinco.