Contrajeron matrimonio el 15 de septiembre de 1967 en la ermita de Sant Jaume, con Carmen Meliá, madre del novio, como madrina; y la tía Carmen Sábat, como dama de honor. Su hijo Juan Sánchez Sábat fue el padrino. Y el famoso pianista Juan Sábat, amenizó musicalmente la ceremonia religiosa al piano.

Cuando me acerqué por primera vez a El Vaixell, en la Masia Gaetá, que limita los términos de Castellón y Borriol, donde el matrimonio vivió muchos años, el motivo de la visita lo propició un óleo que me habían regalado del paso a nivel de la carretera de Alcora del pintor, como símbolo de su maestría como intérprete de la categoría de arte con tantos sencillos espacios urbanos representativos de la ciudad, como fascinación desde las facetas de vecino responsable y artista consecuente. Recuerdo que aquel día nos envolvía la voz llena de embrujo con la música y la voz de Miguel de Molina y aquellos versos increíbles de Rafael de León: Apoyá en el quicio de la mancebía / miraba encenderse la noche de mayo… Eran la pasión del pintor, así como la presencia en sus cuadros del paseo de Ribalta, con sus bancos de cerámica, la basseta dels peixets y les maranyetes, siempre con la otra constante de Miguel de Molina, sus coplas y sus cuplés tan agradables y sugestivos.

MARIA TERESA. Nació el 3 de mayo de 1930 en la calle Temprado de Castellón, la aplaudida artista María Teresa Barrachina González. En su vida artística como cantante hay depositados muchos recuerdos para mí. En 1964 tuve ocasión de contratarla para una actuación en el magdalenero Hostal de la Llum. Y, de aquel día somos muchos los que recordamos la hermosura de su voz, de sus tres escalas de voz, y su estilo para cantar sus preciosas baladas, música ligera en verdad, pero con un fuego y una pasión muy personal, tan diferente.

Y 30 años después, en mi condición de Asesor Cultural del Ayuntamiento de Castellón, la contratamos para la Gran Fiesta de la Música que organizamos en la plazoleta del Mercadillo, con una primera parte en la que de La Palometa y Les Cançons Novelles, de Miquel Peris, se pasó a un amplio espacio para el bel canto, incluyendo junto a la popular habanera de la ópera Carmen, de Bizet, para finalizar entre ovaciones con el vals de la ópera Romero y Julieta. Todo en una noche inolvidable. Con el disco en la mano de Cançons d’amor i de mort, que María Teresa grabó con poemas de Bernat Artola, nunca la olvidaremos tantísima gente de Castellón de cualquier edad, circunstancia y condición vital.

Y es que, además, estuvo largo tiempo incapacitada antes de fallecer a finales de abril de 2016 en el Hospital de la Magdalena.

PEPE SABAT. Hijo de Felipe Sábat González y Carmen Meliá Alós, nació el 9 de diciembre de 1934 en la calle del Escultor Viciano. Párvulo en el colegio de las Carmelitas, alumno de la escuela preparatoria para cualquier estudio superior y para la vida misma de la academia de Anselmo Coloma, tuvo como compañero de amores por la naturaleza y la pintura a quien fue siempre su amigo, el pintor Paco Puig, comerciante y también galerista. Ambos asistieron a la Escuela de Artes y Oficios con Michavila, Tomás Colón y Ramón Catalán como maestros de Dibujo y Perspectivas, de color y de arte en definitiva, aunque Sábat tuvo siempre en su mesita de noche la magia de Juan Bautista Porcar, para soñar aquellos pinares que pintó el maestro y sus cielos singulares.

Hubo un momento de transición en su vida. Estudió el Bachillerato de los siete cursos y se facultó, se matriculó, en la Facultad de Derecho en Valencia. Fue también administrativo de dos oficinas mercantiles, aunque finalmente el embrujo de la pintura ganó la batalla.

Así, con música y teatro en su vida familiar, Pepe Sábat tiene en nuestro Museo Provincial un mágico cuadro al óleo sobre el Riu Sec y representa a un apellido castellonense ligado al mundo del arte, además de destacar como coleccionista de la obra musical de Miguel de Molina, a modo de herencia de su padre, Felipe Sábat, que había sido oficial significado de la legendaria Fábrica de Dávalos. Primero uno y después otro, eran poseedores de una extraordinaria discografía de Miguel de Molina, discos, cassetes, elepés, también carteles de sus espectáculos, fotografías, algunos tocadiscos y una gramola. Y un gran amor por nuestra lengua, varias ediciones de la obra Tirant lo Blanc, de Martorell, y una primera Tombatossals, de Josep Pascual Tirado, tan legendaria.

PINTOR. Lo cierto es que hay que tener en cuenta que, aquella primera exposición de Sábat en Ceuta durante el servicio militar, con ayuda del periodista castellonense Vicent Amiguet, director por entonces del diario ceutí El Faro, quien afirmó públicamente que el muchacho se sentía un pintor impresionista, pintor y nada más que pintor, con una vena de romanticismo en sus cuadros. Y que era muy exigente consigo mismo, ya que le preocupaba siempre la estética del cuadro, el dibujo como soporte básico y, a partir de ahí, el color, la anécdota, el modelo y todo lo demás.

Recuerdo lo que, María Teresa, su esposa, me decía de su marido pinto: «Y si al final no le gustaba el cuadro que había pintado, era capaz de quemarlo antes de que le viera nadie…».

MATRIMONIO. Una vez casados, la pareja vivió también unos años en un chalet de la avenida de Villarreal. En una habitación, el piano para que María Teresa mantuviera el nivel de exigencias para una soprano de tantos registros. En otro espacio, el estudio del pintor Sábat, con los colores para óleo y acrílico en sus paletas y su creciente inspiración para el paisaje y el sufrimiento profundo ante el lienzo en blanco antes de pasar el disfrute imprescindible a medida que la obra iba quedando fascinadora en el cuadro.

Falleció José Sábat Meliá el 15 de diciembre del 2001, en el Hospital Provincial de Castellón.

En el entierro yo evocaba la dedicatoria musical de un que estuvo en su estudio. Aquella voz mágica que vibraba… Ojos verdes como la albahaca, / verdes como el trigo verde / y el verde, verde limón.