Adiós a 53 años del Termalismo de Benicàssim y a décadas repletas de historias. Desde los 26 años que permaneció abierto, como centro referente de talasoterapia en España, hasta los 26 que lleva cerrado, coronando el skyline de la costa benicense. Su derribo ha empezado, pues parte de la estructura corría peligro de derrumbe y estaba en mal estado.

Los trabajos de demolición se extenderán durante un periodo de dos o tres meses, con el objetivo de acabar para Semana Santa. El arranque fue por la parte trasera oeste e irá continuando sin pausa hacia el este hasta tumbar por completo los dos bloques de esta gran infraestructura.

precauciones // El camino de acceso está cortado en las proximidades del edificio para garantizar la seguridad, y las tareas se ejecutan con especial precaución, al haber viviendas próximas. A pie de obra se trasladaron ayer algunos de los propietarios y el impulsor del centro, el doctor Joaquín Farnós, así como sus hijos. Tampoco faltó la alcaldesa, Susana Marqués, y el concejal de Urbanismo, Carlos Díaz, que no quisieron perderse este momento histórico para la localidad.

Lo que pasará después en la parcela es todavía una incógnita. El futuro del Termalismo, situado sobre lo alto de una colina con unas vistas privilegiadas de la costa, se abordará después de las elecciones municipales. Primero, entre los dueños -familia Farnós, Carpi y Forner- y, a continuación, con las fuerzas políticas, para buscar una solución tanto para el municipio como para su desarrollo turístico. El suelo está calificado desde el Plan General de Ordenación Urbana de 1992 como asistencial sanitario.

El complejo abrió sus puertas en 1966 y poco después se amplió. Fue un centro sanitario de rehabilitación puntero, que atendió a miles de pacientes, algunos muy ilustres; y que generó cientos de puestos de trabajo. Funcionó hasta 1992, aunque los últimos años, en decadencia.

Este Centro Termalismo Heliomarino impulsó el turismo e instauró en España los tratamientos de talasoterapia con agua marina. El doctor Farnós vivió con especial nostalgia, a sus 83 años, el comienzo del derribo. Por su cabeza pasaron multitud de momentos y recuerdos acontecidos.

«Me he quedado muy triste, pero su alma va a perdurar, porque Benicàssim sigue siendo uno de los centros más importantes de talasoterapia en todo el país con el Palasiet». «Y me quedo con la satisfacción y el sentimiento de haber ayudado a tantas personas, que consiguieron rehabilitarse. Era un lugar idílico, donde tanto niños como adultos, con algún tipo de parálisis, por enfermedad o accidente de tráfico, recibían sus tratamientos, masajes... Disfrutaban con los paseos por la terraza con esas bonitas vistas; y jugando a baloncesto», detalló emocionado el especialista médico.