Expertos y aficionados coinciden y auguran la mejor campaña micológica de los últimos tres años en el interior de la provincia. Las intensas precipitaciones de verano han propiciado que la temporada se adelante y ya se pueden encontrar hongos en el entorno del Penyagolosa o en montañas de la comarca de Els Ports.

Robellones y ceps son las especies más deseadas. Algunos afortunados ya han puesto en sus cestas estos ejemplares los últimos días. Las expectativas son «excepcionales», señala el aficionado a salir al monte a buscar níscalos, el vilafranquino Raúl Monfort. «En el límite de Castellón con Teruel va a ser bestial, porque ha llovido mucho. En Vilafranca hay algunos, pero en localidades turolenses como Cantavieja o Mosqueruela ya llenan las cestas. La recogida será muy buena a nivel general», indica Monfort.

En la misma línea se posiciona la cocinera y amante del mundo micológico Raquel Ferrer, del Mesón del Pastor, que elabora un menú exclusivamente con setas en otoño. «Tenemos las condiciones perfectas. La temperatura es ideal, las lluvias han sido espectaculares para facilitar la explosión de hongos, así que apunta a un ciclo fantástico», señala.

VARIEDAD // Desde la Asociación Micológica de Castellón también se muestran «muy optimistas» respecto a las próximas semanas. «Llevamos unos tres años malísimos, y éste pinta bien. Es principio de septiembre y ya hay mucha abundancia y variedad de especies, sobre todo en el Penyagolosa, donde ya hay una elevada afluencia de gente», destaca su presidente, Cándido Sos. Además de robellones y ceps, los hongos más frecuentes son la seta de cardo, el rebozuelo o el parasol.

Una riqueza que la entidad reivindicará el 3 y 4 de noviembre con sus Jornadas Micológicas, que albergará el Edificio Moruno de la plaza del Mar del Grao.

A LA ESPERA // A pesar de la aparición de los primeros ejemplares, el grueso de la floración de setas será a finales de septiembre y principios de octubre. Para ello, y para ratificar las excelentes previsiones, los aficionados miran al cielo para que no se produzcan lluvias torrenciales que no favorecerían un otoño de colorido micológico en el interior.