Las cosas no son siempre como uno quiere, sino como las circunstancias lo permiten. Siguiendo esta línea, la cuarta entrada de toros y caballos de Segorbe, que marca el ecuador de la semana taurina en la capital del Palancia, no resultó todo lo brillante que se esperaba, después de que el martes y el miércoles los encierros resultaran altamente destacables.

Pero, en la salida, los astados, todos de pelaje rojo, salieron muy sueltos, separados entre ellos mismos, de manera que los caballistas tuvieron que repartirse entre los tres primeros animales que, pese a sus intentos, no fueron capaces de poder rebasar la barrera que formaban las monturas de Manuel Zarzoso, Juan Andrés Lázaro y Patxi Guerrero.

Por detrás de estos tres primeros ejemplares marchaba un cuarto, a la altura de Miguel A. Galindo y Sergio Carot. Posteriormente, otros dos muy juntos, marcados por Julián Montero; y, finalmente, el enorme cabestro del que se dice que pesa una tonelada, de la ganadería de Germán Vidal, de Cabanes, con el debutante Pablo Fortea que, con la lentitud impuesta por el animal, lo acompañó hasta el final.

Uno de los jinetes que participó en la jornada de ayer, Pedro Fernández Hernández, comentaba que «la salida ha estado bien, pero enseguida la nada se ha divido en dos y algunos animales se han quedado un poco rezagados, pero la verdad es que se han podido controlar bastante bien y había varios caballistas con cada uno de los toros».

FAMILIA DE JINETES // Pedro es uno de los componentes de una familia de jinetes. Su hermano, José Antonio, también lo es y participa en el encierro. Él lleva más de 20 años corriendo en este acto, y en esta edición lo hizo con un corcel, al que llama «8 ó 10».

Entre las autoridades que ayer estuvieron presentes en el evento se encontraban el presidente de la Generalitat, Ximo Puig; y el de la Diputación, Javier Moliner.

Como antesala a este evento, se celebró un espectáculo de doma clásica, que estuvo organizado por la Agrupación de Peñas local, de la cual forman parte Mucho Arte, Los del Vitorino, la Desencajoná y la Peña Cultural Taurina, y que permitió ver a expertos al lado de auténticas promesas del dominio sobre el rocín.