La comisión de las fiestas patronales de la Sagrada Familia, de la Vall d’Uixó, tenía preparada para ayer una clausura del programa a la altura de estas celebraciones, con la previsión de reunir a 1.800 comensales para degustar el plato más representativo de la gastronomía local: el empedrao. Pero la meteorología se convirtió desde el jueves en un invitado imprevisto llenando de cancelaciones y suspensiones los últimos días de una semana muy esperada en el municipio, como sucedió con una de sus citas más populares.

Como explicó el presidente de la comisión, Manuel Debón, ayer al mediodía se reunieron para valorar qué hacer con los preparativos de la noche. «El riesgo que comportaba realizar todo el montaje para la cena y la orquesta, con la amenaza de lluvia, era demasiado alto», dijo. Y eso fue lo que primó a la hora de anunciar que el empedrao «iba a prepararse en las cocinas del restaurante de la Caixa Rural San Isidro, donde todo el mundo podía acudir para llevarse a casa sus raciones».

Que el sol llegara a salir por la tarde no dejó de ser una circunstancia insalvable, porque «ya no era solo arreglar las mesas y las sillas para tanta gente, sino que la orquesta necesitaba dos o tres horas para realizar el montaje». Además, la probabilidad de lluvias al final del día era alta, según la Aemet. Es por ello que Debón, consciente de la evidente decepción de quienes esperan con muchas ganas esta noche, pidió comprensión «porque estas decisiones están muy meditadas».

CAMBIO DE PLANES / A partir de las 21.00 horas, la gente fue acercándose con fiambreras y cazuelas hasta la plaza de la Paz, donde se encuentra el restaurante, para no perderse, al menos, la cena. Por su parte, la comisión y autoridades invitadas escogieron un local a cubierto para compartir la noche, después de haber tenido que aplazar también el ágape de gala previsto para el viernes.

Manuel Debón recordó que esta situación excepcional ya se produjo en una ocasión, «pero el tiempo es lo que tiene, nadie puede controlarlo, solo adaptarse». Además, insistió en que «si llueve con una procesión se puede suspender a última hora, pero en un evento como el de anoche hay tantos condicionantes que la decisión final es complicada».

Y así, con un desenlace pasado por agua, las fiestas patronales de la Vall d’Uixó hacen un balance agridulce, porque, a pesar de los cambios inesperados, la ausencia de incidentes y la gran participación de los actos que sí que se han podido celebrar con normalidad han sido la tónica general, lo que compensará a los organizadores por la decepción que les ha acompañado estos días.