Operarios de la brigada municipal de Benicarló trabajaron ayer en la iglesia de Sant Bartomeu para ultimar los detalles del montaje de la infraestructura que servirá para ubicar al Santo Cristo del Mar durante el novenario en su honor, que inaugurarán mañana, con el saluda del rector de la parroquia, Carlos García. Previamente, la imagen religiosa será portada en procesión desde su hogar habitual --el templo de San Pedro Apóstol--, en una manifestación de fe a la que cada ejercicio se suman miles de fieles devotos.

La venerada figura marinera presidirá el altar durante las celebraciones, que esta vez coinciden con el 275SDgr aniversario de la construcción de la iglesia Sant Bartomeu. Para conmemorar tan señalada efeméride, la novena contará con ilustres predicadores, entre los que se incluyen tres obispos, dos cardenales y un vicario general.

Agenda de predicadores

Una de las citas más esperadas y emotivas del programa será el Novenario de los Jóvenes, que tendrá lugar el viernes 5, a partir de las 21.00 horas. El cardenal Carlos Amigo Vallejo, arzobispo emérito de Sevilla, será el encargado de pronunciar el sermón del acto religioso que cuenta con una amplia participación de la pastoral juvenil.

El domingo, 7 de abril, el predicador será José Luis Arín, vicario general y moderador de la curia de la diócesis de Tortosa. Mientras que el día siguiente, el lunes, el protagonista será el cardenal Lluís Martínez Sistach.

El miércoles y el jueves, días 10 y 11, intervendrá el obispo emérito de Albacete, Ciriaco Benavente Mateos, quien presidirá la celebración del Sacramento de la Reconciliación y Penitencia.

Ya el viernes será el turno del obispo de Vic, Romà Casanova y, finalmente, el sábado 13 cerrará las misas del Novenario un habitual y fiel devoto del Cristo del Mar, el obispo de la diócesis de Tortosa, Enrique Benavent, que también se sumará a la comitiva que acompañará a la imagen de regreso a San Pedro Apóstol.

Tanto la procesión como las nueve jornadas de culto tienen su origen en la historia en la que se atribuye al venerado Cristo el milagro de haber liberado a la población de la temible epidemia de peste bubónica, que asoló la comarca en 1650 y que cesó cuando la figura llegó a puerto en una embarcación, capitaneada por César Cataldo. Desde entonces, se convirtió en el protector y benefactor de Benicarló y cada año se suman a los festejos religiosos en su honor una legión de fieles de todas las edades y condición.