Desde hace trece años, al menos una vez al año, siempre en noviembre, Mascarell se convierte en destino ineludible para los amantes de las recreaciones históricas y los mercados de época. Y así se pudo constatar ayer en la jornada de clausura de la Feria Medieval, que presentó una afluencia inmejorable durante toda la jornada, dando así por buenos los esfuerzos que se han realizado para hacer realidad este evento, a pesar de los contratiempos que la ejecución de las obras de peatonalización pudieran haber ocasionado.

Así lo puso de manifiesto el concejal delegado de Mascarell, Guillermo Latorre, quien señaló que tras reunirse con algunos feriantes «todos han coincidido en señalar que, comparada con la feria del 2018, este año han tenido más ingresos» por la venta de sus productos artesanales. También en palabras del edil «han agradecido que con la nueva pavimentación se que ganado en amplitud viaria, lo que ha ayudado mucho al paso de la gente y de los propios feriantes». Con más de 50 personas en las dos visitas teatralizadas organizadas para sábado y domingo a primera hora, y el ir y venir constante de personas llegadas de diferentes puntos de la provincia, incluso de otros puntos geográficos más alejados, da por bueno el trabajo que ha hecho posible una edición más de este evento, que distingue a Mascarell, entre otros similares, por la singularidad del entorno.