Las calles más céntricas de Benicarló acogieron ayer, de nuevo, a una auténtica riada humana en la tradicional y multitudinaria manifestación de fe que cada año se repite con motivo de las celebraciones que acompañan al novenario en honor del Santo Cristo del Mar. Miles de devotos fieles acompañaron a la imagen en la procesión que la lleva de vuelta a su parroquia habitual, la de San Pedro Apóstol, situada a escasos metros del puerto marítimo de la ciudad.

Y, otra vez, como ya sucedió en el solemne pasacalle religioso en el que se trasladó al Jesús crucificado hasta el templo de San Bartolomé, se produjeron escenas que dejaron constancia de la gran devoción y respeto que suscita. Así, y en una interminable fila central, procesionaron varios fervorosos creyentes que, a modo de promesa, iban descalzos.

El ambiente de recogimiento fue otra muestra de respeto.