Cuando el campanario anunció ayer las seis de la mañana, el pueblo de Culla puso rumbo hacia Sant Joan de Penyagolosa, una tradición que se repite cada año desde hace más de seis siglos. Al frente de la rogativa, el presidente de la Diputación de Castellón ejerció de alcalde, la máxima autoridad de la peregrinación, después de que el pleno del Ayuntamiento de Culla así lo decidiera como caso excepcional, ya que este honor corresponde al primer edil o a los concejales.

«Es un honor que Javier Moliner represente a Culla en este acontecimiento tan importante, ya que desde su cargo público siempre ha defendido las tradiciones, los costumbres y la identidad, no solo de nuestro municipio, sino de toda la provincia», comentó el alcalde, Víctor Fabregat. La procesión también incorpora el lugar del jurado, encargado de aportar la capa al sacerdote en los momentos más solemnes y del suministro de víveres durante el trayecto. En este caso la concejala Pilar Moliner será la primera mujer en ocupar esta posición.

Esta importancia de la figura política dentro de la rogativa se debe a que, desde tiempos inmemoriales, tal y como se refleja en la documentación conservada del año 1404, los preparativos, organización y gastos derivados de la misma siempre han sido a cargo del propio consistorio.

60 kilómetros // De este modo, entre ayer y hoy, la comitiva recorrerá los más de 60 kilómetros de ida y vuelta que separan el municipio del santuario a los pies del Gegant de pedra pidiendo, según cuenta la tradición, lluvia para garantizar las buenas cosechas, la gracia de Dios, salud y paz.

La rogativa forma parte del proyecto Camins del Penyagolosa, iniciativa impulsada por la Diputación, con el apoyo de la Cátedra de Centros Históricos de la UJI, que busca la declaración de Patrimonio Mundial por la Unesco del paisaje vernáculo y el patrimonio del interior de la provincia de Castellón.