No hay año sin conmemoración referida al Papa Luna en Peñíscola. Si el 2017 estuvo dedicado a los seis siglos de la celebración del concilio de Constanza de la Iglesia, que ratificó la que en su momento se consideró injusta excomunión del pontífice, en estas fechas se recuerda uno de los capítulos más sorprendentes de su particular biografía: el intento de envenenamiento, que casi acaba con su vida.

La asociación Amics del Papa Luna, que desde su creación está volcada en la difusión de la obra de Benedicto XIII y en la defensa de su legitimidad como líder religioso, ofreció en el salón gótico del castillo una conferencia sobre el rocambolesco asunto, que dio origen a la célebre tisana que lleva el nombre de este aragonés universal. El presidente de la entidad e historiador Juan Bautista Simó, mencionó los escritos de la época que describieron el método empleado para tratar de aniquilarlo. «Le sirvieron un postre de la época, el citronat, en el que habían colocado la cantidad equivalente a una almendra de arsénico, mediante la colaboración de dos de sus sirvientes, pagados para cometer semejante acción».

El objetivo no se cumplió, gracias a la labor de su médico, Jerónimo de Santa Fe, que con la ayuda de los más avanzados expertos del gremio de boticarios de València, creó un remedio, a partir de varias plantas, «que consumido pulverizado, en forma de pellizcos, logró aliviar los daños en el aparato digestivo causados por el veneno», señaló el historiador. Su receta, recuperada de documentos con seis siglos de antigüedad, es la que ahora se comercializa como infusión.

La disertación terminó con una degustación de tisana y citronat para todos los asistentes, quienes tuvieron la oportunidad de vivir una regresión al pasado a través del paladar.