Si hace siglos Peñíscola hizo valer su condición de fortaleza infranqueable ante los asedios y sus muros soportaron firmes varios bombardeos, hoy se puede afirmar que, al margen de los desprendimientos que, ocasionalmente y por el natural proceso de desgaste de las rocas, se producen con el paso del tiempo, el tómbolo del castillo mantiene prácticamente intacta toda su estabilidad. Una solidez que debe acreditar el informe geológico que pidió el Ayuntamiento a Costas y del que aún no ha obtenido respuesta.

El último ejemplo de su resistencia es cómo sus acantilados han soportado los embistes de las olas que golpearon la costa en el temporal marítimo que acompañó a la devastadora borrasca Gloria. En esta ocasión, la fuerza y bravura del mar no provocó caída de roca alguna. Así lo certificaron ayer el edil de Urbanismo y Patrimonio, Jorge Rovira, y el jefe de la brigada municipal de Obras y Servicios, que realizaron una inspección visual desde el mar. «No podíamos dejar de comprobar si el reciente temporal había podido causar nuevos daños o desprendimientos en la estructura del tómbolo», señaló el edil, quien constató que «no se ha repetido la situación de diciembre». Entonces, el fuerte oleaje causó que dos grandes bloques de piedra en la pared sobre la que se asienta el castillo y la ciudadela se precipitaran.

Ya en ese momento, técnicos de Costas aseguraron que la situación no revestía peligro y que no afectaba a la estabilidad del tómbolo. Una dureza que ha quedado patente en este último episodio marítimo que, si bien ha asolado todo el litoral y ha dejado un rastro de destrucción, causando incluso pérdidas humanas en España, no logró erosionar ni un ápice la resistencia del histórico tómbolo.