El Ibis Sagrado es una ave espectacular, sin duda, que tiene su hábitat natural en Sudáfrica y Madagascar. Por eso, que recientemente se haya visto un ejemplar en el arrozal de Peris, en Xilxes, es un hecho excepcional que obliga a preguntarse qué hace tan lejos de su casa, porque encontrarse con cualquier animal a tanta distancia de lugares que le son más propicios nunca es casual.

El Servicio de Guías Silvestres de la Generalitat valenciana ratifica que no existe constancia de que se haya avistado antes un ejemplar en la provincia de Castellón. Es más, según los expertos, en territorio nacional se conocen una veintena de hallazgos similares, entre Península y Baleares, alguno más reciente en la marjal de Pego-Oliva. Desde la perspectiva del que solo observa, uno puede llegar a emocionarse al saberse testigo de un momento único que, sin embargo, esconde algunas precisiones que dicen mucho de cómo la mano del hombre puede cambiar el curso natural de las cosas.

Este curioso visitante de uno de nuestros humedales se encuentra entre ese grupo de especies consideradas exóticas, que en estas latitudes solo pueden verse en zoológicos o en colecciones privadas de personas que, por un antojo, optan por ignorar los peligros de desplazar a un animal extraño a un entorno que no le corresponde.

Juan Antonio Gómez, responsable del Servicio de Guías Silvestres, nos remite al catálogo de «fauna exótica invasora», que incluye una veintena de animales, entre ellos el Ibis Sagrado, que tras ser desplazados de forma forzosa, son abandonados o se escapan de su cautiverio, instalándose en el hábitat de otras especies autóctonas a las que desplazan, llegando incluso a amenazar su superviviencia, como ha sucedido con las tortugas de Florida.

Gómez recuerda que si bien la presencia de un único ejemplar no supone una gran amenaza, es una buena oportunidad para tomar conciencia de los riesgos de primar la sastisfacción de un capricho extravagante, frente a la preservación del ecosistema. De hecho, «en Francia sí que han tenido problemas con el Ibis Sagrado».

Observarlo en libertad, tan cerca, puede ser una bonita experiencia, pero a su vez nos invita a reflexionar sobre los peligros que llega a esconder la belleza mal gestionada.

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