Ya saben que no me gusta utilizar esta columna para reflexionar sobre temas que no tengan que ver con la provincia de Castellón, pero es que esta semana no me he podido resistir. Pablo Iglesias ha fulminado al ínclito Echenique, uno de los peores secretarios de organización que cualquier partido puede llegar a tener, para calmar a las fieras inquietas. Me refiero a las fieras internas, anticapitalistas incluidos, que quieren llevar a cabo un Vistalegre III para exigir que Pablete e Irene, tanto monta, monta tanto, asuman responsabilidades por el descalabro electoral de la formación morada. ¿Cuál es el resultado? Pues que las fieras no solo no se han calmado, sino que ya piden abiertamente la cabeza de su líder.

Quien hace un año fuera el incuestionado e incuestionable mandamás del comunismo postmoderno, se enfrenta a sus peores pesadillas. Los pocos compañeros de viaje a los que no ha fulminado cual aprendiz de estalinista de más baja estofa, le quieren quitar el sillón.

El caso es que, para sustituir al defenestrado Echenique ha nombrado, agárrense los machos, al canario Alberto Rodríguez el rastas. ¡Madre mía, madre mía! De Guatemala hemos ido a guatepeor, como dice el dicho. ¡Alberto Rodríguez! Todos los medios han recogido la noticia y realizado sesudos análisis, llegando a la conclusión de que se trata de un cambio estético. Solo estético.

*Escritor