Hace unos días asistí en nuestra capital a una conferencia en la que el conferenciante comenzó su actuación con aquello de “queridos amigos y amigas”, siguiendo con lo de “vosotros/vosotras”, “lectores/lectoras”, etc., queriendo evitar con ello, probablemente, la discriminación hacia la mujer en nuestra sociedad; cuestión, por otra parte, muy loable y con la que estamos absolutamente de acuerdo. La reiteración, creo, provocó el cansancio en algunas personas. Pero vale.

La ley orgánica 3/2007 de 22 de marzo defiende, naturalmente, la igualdad efectiva de mujer y hombre. También estamos de acuerdo. Hay, sin duda, una discriminación lingüística en nuestra sociedad hacia la mujer. Cierto. Es, en definitiva, la llamada visibilidad de la mujer en el lenguaje, fruto de un pensamiento androcéntrico. Yo diría, como disculpa, que el uso genérico, tal vez abusivo, está firmemente asentado en el sistema gramatical español desde años.

Las propias guías universitarias de lenguaje no sexista me parece un buen principio. Pero, a mi, personalmente, me preocupa más la cuestión antropológica (¿debería decir ginecológica?) de la dignidad de la mujer, de la erradicación de la violencia doméstica, del acoso, de las diferencias laborales, de la distribución de las tareas domésticas, de los derechos iguales…

Es verdad que también me gustaría que el Colegio Oficial de Abogados fuera también de Abogadas, etc. H