El regreso a Castellón por parte de todos aquellos que veranean en Benicàssim, Orpesa o Peñíscola se está produciendo de forma tranquila. Cada día hay menos colas en los accesos a Castellón y, poco a poco, latido a latido, la urbe recupera su pulso. Los comercios, aunque siguen pasándolas canutas, comienzan a sentir el aliento provocado por el deambular de los vecinos en calles y plazas. Unos y otros iniciamos las compras otoñales y nos vamos olvidando del verano. Casi sin darnos cuenta hemos finiquitado otra estación. Paradójicamente, la clase política de la capital de la Plana no parece estar tan despierta. A los partidos de la oposición apenas se les ha visto el pelo por la plaza Mayor. Y a los del equipo de gobierno les falta fuelle. Se nota la marcha de Nomdedéu. Estamos acabando septiembre y los concejales de la capital de la Plana parecen seguir de vacaciones. No hay nervio. Faltan ganas y ambición. Especialmente en las filas socialistas.

En apenas una semana nos meteremos en octubre y a unos y otros les entrarán las prisas. Todos querrán correr. Y alguno tropezará. Y lo mismo sucede en otras tantas administraciones públicas a lo largo y ancho de nuestra querida provincia. Cuesta dejar la toalla y el bañador y volver a ponerse el traje y la corbata. H