Este desplazamiento corto y antes sencillo se ha convertido en una aventura. Muchos de los que tenemos que hacer esta ruta con frecuencia y nos acostumbramos a usar el servicio ferroviario, hoy nos vemos obligados a usar la carretera, gracias a las eternas obras del miserable tercer carril, a la dejadez de quien debía defendernos y al menosprecio de quien decide. Podemos elegir entre la A-7, que está siempre a reventar, y la AP-7 (a pagar) que es cara y claro, con la crisis, está vacía. Lo fácil que sería rescatarla y así el trafico se repartiría. A los usuarios les daría unos consejos. A los camioneros, que sepan que para adelantar no vale poner el intermitente y salir de modo inmediato, sería bueno que miraran por si viene algún pobre cochecito. A los furgoneteros fitipaldis, les recordaría que hay límites de velocidad y que ese trasto oxidado no es el idóneo para hacer carreras. A los automovilistas, que si hay 3 carriles se debe circular por la derecha, y que ponerse a la izquierda a paso de tortuga y haciendo cola no es lo más adecuado. A todos, que en vías de mucho tránsito no se deben llevar las luces largas y respetar la distancia de seguridad. A la DGT, que el radar del área de Sagunto, que curiosamente es el único tramo con límite 100 km por hora, solo sirve para que todos frenen de golpe y causar colisiones. Por último a los que resulten responsables, que, por favor, dejen de crear tapones, pintando rayitas y cortando hiervajos y olviden los motivos espureos que les motivan que son muy mezquinos por el perjuicio que nos causan a todos. H